Para Estados Unidos, la presencia de los terroristas en la isla no supone en sí un motivo de alarma, pues considera «poco probable que lleven a cabo una operación terrorista», según el cable que firma el jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Jonathan Farrar.
El documento, enviado el 27 de febrero de 2009, señala que el Gobierno de Cuba permite a miembros de ETA, de las FARC y de otra organización colombiana, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), «disfrutar de descanso y relajo, así como de recibir cuidados médicos y otros servicios».
La nota dice que «las actividades específicas de estos grupos» son desconocidas, pero sí se ha podido «corroborar que los miembros de ETA que asesoran a las FARC han pasado tiempo en Cuba y que, incluso, algunos tienen a familiares en el país».
El cable insiste en que «hay pocas probabilidades de que desarrollen una actividad operacional debido a la necesidad de contar con un santuario seguro».
Más allá, el documento explica que no se ha visto «evidencia» de que La Habana permita a estos «servicios de inteligencia hostiles planear en Cuba operaciones terroristas y en contra de Estados Unidos».
Es sabido en la comunidad diplomática, dice el cable, «que el Gobierno de Cuba está ansioso por evitar dar a Estados Unidos un motivo racional que le permita llevar a cabo operaciones antiterroristas contra ella».
El informe que envió el jefe de la misión diplomática estadounidense habla también de los lazos entre el Gobierno de Cuba y las organizaciones colombianas.
«Los informes indican también que el Gobierno de Cuba tiene influencia en las FARC. El Departamento Internacional del Partido Comunista de Cuba guarda una estrecha relación con el Partido Comunista Clandestino de Colombia (PCC), que sirve como el ala política de las FARC, y en cierto sentido también del ELN», concluye.