Werner Gutiérrez: Ojalá «llueva arroz», en los campos venezolanos
El desarrollo comercial del cultivo del arroz en Venezuela, nació en Portuguesa, región llanera que aún se mantiene como principal estado productor, seguido por Guárico, y existiendo otras áreas de siembra consolidadas en Barinas y Cojedes. El primer plan arrocero, iniciado a mediados del siglo XX promovido por la Corporación Venezolana de Fomento, logró excelentes resultados, convirtiendo al cultivo en el cereal con mayor crecimiento en la década de los 90, con un papel protagónico del sector privado en este avance. En el lapso 1970 a 1981 la producción de este cereal creció a una tasa promedio del 10,5% anual, viendo incrementarse no solo la superficie cosechada, sino también los rendimientos por unidad de superficie. Entre los años 1995 al 2005, llegamos a alcanzar los 5.000 kilogramos de arroz por hectárea, ubicándonos así entre los 10 países con mayor rendimiento en el mundo.
Desde el 2008, año en el cual se logró cosechar una cifra record de 263.000 hectáreas, se ha registrado un franco retroceso en el desarrollo del cultivo. Nuestros agricultores han perdido la posibilidad del acceso oportuno a los agroinsumos, poseen maquinarias e implementos agrícolas obsoletos e ineficientes, son sometidos a la inseguridad jurídica y personal, y a la baja rentabilidad del cultivo por control de precios de la cosecha, en una economía bajo hiperinflación, alcanzando hoy el costo de producción de una hectárea los 200.0 millones de bolívares.
La merma en la cosecha nacional como consecuencia de las medidas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, nos ha imposibilitado el cubrir la demanda interna de este cereal. Al cierre del 2017 la superficie cosechada alcanzó las 135.000 hectáreas, 49 % menos que en el 2018, con lo cual la agroindustria nacional para el presente año estará en capacidad de cubrir solo el 29.0 % de la demanda, si consideramos que para satisfacer el requerimiento interno se necesitaría cosechar en nuestros campos y llevar a la agroindustria para ser procesadas aproximadamente 1.4 millones de toneladas de arroz paddy (arroz con cáscara), mientras que el pasado año se produjeron escasamente 405.000 toneladas. Esto implica que para mantener el consumo de 24.7 kg/persona/año de arroz pulido, promedio de la última década en el país, el gobierno nacional debería traer del mercado externo, el 71 % restante de arroz paddy.
Lastimosamente como consecuencia del modelo estatista ineficiente aplicado durante esta oscura década también se ha destruido una tradición de 20 años como país exportador de arroz imposibilitando un ingreso importante de divisas a la economía nacional. Desde el año 1989 se registraban exportaciones del grano venezolano a Colombia. Para 1992 la comercialización de este cereal representó el 23,2 % del total de las exportaciones agroalimentarias venezolanas hacia ese país. Contrario al excelente record mostrado como país que se autoabastecía y exportaba arroz, llevando a nuestros hogares un producto nacional de excelente calidad, tristemente hoy ocupamos el cuarto lugar en América entre las naciones que más importan arroz.
El escenario para el presente año luce aún más desfavorable. El gobierno anunció que no asignará divisas para la importación de arroz, mientras los agricultores iniciarán el ciclo de siembra de invierno sin fertilizantes, agroquímicos y maquinaria, combustibles y lubricantes. Lo más grave, de acuerdo al estudio ENCOVI el arroz se ha convertido en uno de los cuatro rubros esenciales dentro de la dieta alimenticia del venezolano. Nos queda entonces, mirar al cielo y esperar que ojalá «llueva arroz», en los campos venezolanos, de lo contrario, continuara en aumento la infinita lista de estómagos vacíos en un pueblo que lleva a cuestas las cicatrices de esta crisis agroalimentaria, que ya nos luce eterna.
Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ
@WernerGutierrez