Esta es la columna que nos ofrece “El Nacional”:
Ha sido frecuente en estos días el llamado a no politizar la dramática situación que se vive en nuestro país como consecuencia de las intensas lluvias que han dejado un saldo doloroso de vidas perdidas y de daños a miles de viviendas en buena parte del territorio nacional.
Es razonable ese llamado a no utilizar demagógicamente el problema para tratar de sacar tajada político partidista del dolor que hoy sufren decenas de miles de venezolanos.
Lo irónico es que algunos de los que formulan ese llamado lo hacen desde la descalificación del adversario político, desde la desestimación de la crítica y desde la prepotencia, el sectarismo e incluso el histrionismo como ocurre con no pocos voceros del Gobierno nacional y su partido.
En consecuencia, hay mucho de hipocresía en eso de llenarse la boca con llamados a no politizar el problema, y detrás de esa actitud lo que se esconde es precisamente la intención de impedir que la sociedad en su conjunto, de la cual forman parte seguidores y detractores del presidente Hugo Chávez , pueda hacer desde ya un análisis de lo ocurrido que permita en primer lugar determinar por qué nuestro país no está preparado para hacer frente a contingencias como las que hoy vivimos, y cuáles son los pasos necesarios que hay que dar para evitar que en el futuro una vez más estemos apelando a la improvisación, a las ideas surgidas de un discurso emotivo frente a damnificados, o a iniciativas legislativas que revelan el poco apego al estudio detallado de las consecuencias sociales, económicas e incluso jurídicas de las leyes que se aprueban a la carrera.
Lo ocurrido debe seguirle no sólo la solidaridad de todo el país, como viene sucediendo, sino también un balance en frío, una discusión franca sobre cómo Venezuela puede enfrentar exitosamente los fenómenos naturales, y en torno a las razones por las cuales miles y miles de venezolanos aún viven en zonas de riesgo en un país con tanta riqueza petrolera, y con un gobierno que ha tenido todo el poder y ha fracasado en su responsabilidad de promover la construcción de viviendas seguras.
Pese a lo grave de la emergencia, no hay voluntad política en el Gobierno para tomar decisiones en conjunto con alcaldías y gobernaciones. Ese esquema de un mandatario que anuncia medidas en determinadas regiones sin escuchar a sus legítimos gobernadores, que privilegia la confrontación política por encima del diálogo en una hora como esta, es absolutamente inviable, pero sobre todo es injusto con una población que no sólo espera un refugio, sino que a la par tiene derecho a que todo el que pueda aportar sea consultado, sea llamado y sea incorporado por encima de los colores partidistas.
Esto debería ser la conducta cotidiana de un gobierno en tiempos de normalidad, pero sobre todo en tiempos de emergencia como el que vivimos.
Me parece muy bien que el Presidente recorra las zonas afectadas. Pero cuánto ganarían los mirandinos si, por ejemplo, aunque sea a causa de la emergencia, ese recorrido lo hiciera acompañado por el gobernador Henrique Capriles y los alcaldes de todas las corrientes, para compartir información y actuar mancomunadamente. Aunque parezca cursi, así debe funcionar para poder crecer como país y superar las dificultades.
Es lamentable que se aproveche la emergencia para la peor de las politizaciones que hay, que es que en lugar de actuar desde el estímulo de la solidaridad y el diálogo hacerlo desde el resentimiento y el revanchismo, lo cual nos puede llevar a escenarios indeseables e incontrolables de confrontación y violencia.
Aun en tiempos de torrenciales aguaceros es peligroso jugar con fuego.
“Jugar con fuego en medio de la lluvia”
Por: Vladimir Villegas