Más allá de las aclaratorias de la rectora Socorro Hernández sobre lo que inicialmente había dicho en mi programa Vladimir a la 1, el pasado viernes en Globovisión, buena parte del país, estimo que una clara mayoría, sigue sin digerir que el Consejo Nacional Electoral hay decidido colocar una alcabala de 20% de electores a escala regional como requisito para avalar la realización del referendo revocatorio presidencial.
Esta decisión, con todo el respeto que merecen los integrantes del organismo electoral, y particularmente las cuatro damas que hacen mayoría, ha contribuido a arrojar nuevas dudas sobre su neutralidad, porque más allá de los tecnicismos el artículo 72 de la Constitución expresa claramente que se necesita el 20% de los inscritos en el registro electoral para darle pie al proceso que active el referendo revocatorio. El presidente de la República es elegido en un circuito constituido por electores de todo el país. Gana las elecciones si obtiene como mínimo un voto por encima del candidato que le siga en preferencia. Puede perder en la mayoría de las regiones y sin embargo ganar las elecciones al momento de la totalización nacional. Nada cuenta a los efectos del resultado si ganó en cinco o en quince Estados.
Por eso mi pregunta a la rectora Socorro Hernández, aunque se refería concretamente a un escenario en el cual se recogiera el 20% en todas las regiones, expresaba la inquietud que hoy se anida en una gran porción de los venezolanos. ¿Cómo es eso de que para concretarse el referendo tiene que recogerse el 20% de las voluntades a escala regional, y si eso no ocurre en la totalidad de las regiones no va la consulta para decidir la permanencia del presidente?
La respuesta dada por la rectora Hernández a mi pregunta era la que cabía dentro de la lógica democrática y dentro del espíritu de la Constitución. No es un escenario hipotético alejado de nuestra realidad concreta. Si en uno, dos, siete o incluso trece Estados no se recoge el 20% eso es irrelevante con respecto al mandato expreso del artículo 72 de la carta magna y con respecto al espíritu del constituyente. Los votos que se emitan, por ejemplo, en Barinas o Portuguesa para solicitar referendo se tienen que sumar al total nacional, que es lo que cuenta. Así es para elegir al presidente y así funciona para revocarlo. Lo importante es que al final nacionalmente al menos 20% manifieste su voluntad de que se convoque la consulta. Esa es mi opinión como ciudadano y como integrante que fui de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999.
La figura del referendo revocatorio nació de un debate sobre la conveniencia o no de darle la oportunidad a la ciudadanía de evaluar el desempeño de quien ha recibido la confianza para dirigir los destinos del país. La conducta del gobierno, y particularmente del funcionario a ser sometido a esa evaluación, es la que determinará ante los ojos del país si realmente cree o no en el derecho de los electores de decidir si él merece o no seguir en el cargo.
Estamos en presencia del mismo espíritu que privó en 1998 cuando los partidos AD, Copei, Convergencia, Proyecto Venezuela y otros promovieron una coyunda para tratar de impedir el triunfo de Hugo Chávez y optaron por adelantar las elecciones de gobernadores, creyendo que de esa manera lograrían su objetivo. En medio de su desesperación dejaron colgados de la brocha al “caudillo” Luis Alfaro Ucero, candidato de AD, y a la ex miss Irene Sáez, y cerraron filas en torno a la candidatura de Henrique Salas Römer. Pero Salas Römer, con todo y caballo, no pudo evitar el triunfo de Chávez. Entonces y ahora, con esto que se deriva de las últimas decisiones del Consejo Nacional Electoral, privaba y priva nada más y nada menos que el temor a la pérdida del poder. Más allá de argumentos técnicos o maniobras políticas, esa es una verdad del tamaño de un sol.
fuente.EN