En ese sentido, asegura que “la muerte de Cano revela que las Farc están en medio de su mayor crisis. Tal vez no estén acabadas del todo, al menos en lo militar, pero cada día su capacidad de respuesta en ese plano se ve reducida (…) a las Farc parece no quedarles otro camino sino el de admitir que ha llegado la hora de deponer las armas”.
A continuación la columna completa de Vladimir Villegas:
La muerte en combate del líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Alfonso Cano, ha constituido un duro golpe a esa organización guerrillera y, aunque no significa su derrota definitiva, sí la coloca en una precaria situación política y militar, que contrasta, vaya paradoja, con los éxitos que otros factores de izquierda han alcanzado en el vecino país.
Cano, figura emblemática de las Farc, ya no está más en el complejo escenario colombiano y Gustavo Petro, ex integrante del M19 y disidente del Polo Democrático, se prepara para asumir la Alcaldía de Bogotá, luego de obtener una significativa victoria electoral. Petro representa a una izquierda democrática que emergió de la guerrilla y pudo entender que el camino de la lucha armada no tiene sentido, por más que persistan muchas de las causas que dieron nacimiento al añejo conflicto del vecino país.
El nuevo alcalde bogotano ha sido asertivo en su comportamiento político. Con gran inteligencia ha sabido deslindarse de la guerrilla, particularmente de las Farc y de su deleznable política de secuestros y supuesta asociación con el narcotráfico. Ha sido particularmente crítico de las acciones violatorias de los derechos humanos cometidas por las Farc, y a la vez también logró diferenciarse del uribismo, y hasta del Polo Democrático, cuando el alcalde saliente de Bogotá se vio inmerso en presuntos actos de corrupción Es muy significativo que los sectores progresistas y de izquierda en Colombia puedan gobernar la ciudad capital, y que ahora aun ex guerrillero como Gustavo Petro tenga esa tarea. Este hecho es la mejor muestra de que el anhelo de cambio no está asociado en la mente de las grandes mayorías a la violencia ni mucho menos a un acto tan cobarde como el secuestro.
La muerte de Cano revela que las Farc están en medio de su mayor crisis. Tal vez no estén acabadas del todo, al menos en lo militar, pero cada día su capacidad de respuesta en ese plano se ve reducida.
Aunque pueda realizar algunas acciones espectaculares para demostrar que aún tiene poder de fuego y posibilidad de reaccionar frente a estos duros golpes recibidos, en la sociedad colombiana existe un abrumador rechazo a su política. A esto hay que sumarle la desmoralización que seguramente puede cundir en sus bases y cuadros medios como consecuencia de tantas y tan dolorosas derrotas sufridas en los últimos tiempos.
A pesar de la nefasta experiencia vivida con la Unión Patriótica, organización nacida del proceso de paz llevado a cabo en Colombia en las postrimerías del siglo pasado, y cuyos principales cuadros fueron asesinados al igual que miles de sus militantes, a las Farc parece no quedarles otro camino sino el de admitir que ha llegado la hora de deponer las armas. Petro es el mejor ejemplo de cómo con constancia, con pundonor, con coraje político y con apego a la democracia es posible ganar espacio. No es poca cosa para una fuerza progresista tener la Alcaldía de Bogotá, el segundo cargo en relevancia luego de la Presidencia de la República.
Y es bueno recordar que en Colombia hay vientos de cambio. Antanas Mockus estuvo apunto de abrir camino a un nuevo momento, y tal vez se autosaboteó con sus excentricidades. La acción de las Farc, su comportamiento violatorio de las más elementales normas de respeto a la dignidad humana, ha venido sirviendo de pretexto para que el militarismo colombiano y sus expresiones políticas sigan teniendo una poderosa presencia.
Las Farc son parte de un pasado que los colombianos quieren superar, y liderazgos como el de Gustavo Petro, nuevo alcalde de Bogotá, son la más firme esperanza de que sí se puede impulsar por la vía de la participación ciudadana un modelo de sociedad más justo, más democrático y en paz.
“Colombia: Petro sí, Farc no”
Por: Vladimir Villegas
El Nacional