En un recorrido de El Universal por la Cota Mil, se contabilizaron 90 luminarias dañadas de Oeste a Este entre la incorporación en la avenida Baralt y la salida a Terrazas del Ávila. Mientras que en el sentido contrario, 95 puntos están a oscuras, para un total de 185 postes sin luz. Entre los que sirven y no, hay 800 en ambos sentidos, lo que indica que más de 20% tiene problemas.
Las deficiencias en la señalización, defensas rotas y baches en el pavimento, le suman puntos a los inconvenientes. Pero quizás lo más grave en esa ruta es que aún no se han resuelto del todo los derrumbes tras las fuertes lluvias del último trimestre del año pasado.
En varios puntos de la orilla de la carretera hay acumulación de tierra. Los más graves están en el sobreancho de Los Chorros (hasta diciembre había allí un llenadero), en la incorporación a la avenida Baralt y en algunos puntos del canal derecho en sentido Oeste.
En cuanto a la iluminación, los tramos más desatendidos son los de San Bernardino, Maripérez (antes de pasar Simón Rodríguez) y El Marqués. En la autopista Francisco Fajardo están mal los tramos de Chacao, Las Mercedes y La Urbina.
Iñaki Rousse, ex vicepresidente de Distribución y Comercialización de la Electricidad de Caracas, asegura que la correcta iluminación vial es fundamental para reducir costos en inseguridad y accidentes.
El especialista explica que en los años 90 se sustituyó la iluminación de alta presión de mercurio por sodio, porque sus desechos eran más manejables. Esas luminarias, de color amarillo intenso y que están en la mayoría de las vías, tienen una duración promedio de 4 a 5 años, según la calidad.
«Lo correcto es que no se espere hasta ese momento para reponerlas. Antes se hacían mediciones a la intensidad lumínica (para evitar la luz tenue) y se revisaba el cableado y los relojes cada cierto tiempo, pero ahora no sé como están trabajando. Lo obvio es que los sistemas están lejos de mantenerse en su nivel óptimo».
El experto en energía de la Universidad Simón Bolívar, José Manuel Aller, asegura que el mantenimiento debe ser constante y que los protocolos de los tiempos los deben hacer ellos, según los reportes de las fallas y la ocurrencia. Para él, la estatal eléctrica ha direccionado el trabajo de sus cuadrillas a la sustitución por bombillos más eficientes (ahorradores), descuidando el mantenimiento del resto. «Esto debería pasar en paralelo. Lo mismo ocurre con los huecos, debes ir tapando antes de que las carreteras lleguen a su peor nivel. Todo eso refleja falta de gerencia».
Su colega de la Universidad Metropolitana, Aída Smith, coincide en que se trata de un mal manejo del presupuesto: «Yo trabajé en la Electricidad de Caracas hasta el año 2000. Hasta entonces, el personal de mantenimiento hacía sus reportes, se revisaban y se aprobaban los recursos. Eso no está pasando ahora».
César Quintini, ex presidente de Cadafe, concluye que no hay recetas técnicas: «Como en una casa con los bombillos, se tienen que revisar constantemente y ya. Lo más grave es que ahora uno llama para reportarlo y pueden pasar años antes de que lo resuelvan. Como están la mayoría de los túneles de la ciudad».
El Universal intentó comunicarse con la Electricidad de Caracas para obtener más información sobre los sistemas de mantenimiento del alumbrado público, pero fue imposible.
Se mueven lento
El especialista en vialidad y docente de la Universidad Metropolitana, Javier García, afirma que según estudios de movilidad realizados para diversas tesis bajo su tutoría, la autopista Francisco Fajardo tiene un promedio de viaje de una hora, mientras que en la avenida Boyacá el trayecto se hace en 30 minutos, de acuerdo a la media.
En ambos casos, la falla recurrente en el pavimento es la piel de cocodrilo o grietas que se entrecruzan, lo que indica que los problemas tienen tiempo. Los sistemas de drenajes también presentan fuertes deficiencias, según el especialista, sobre todo en la Cota Mil.
Los «ojos de gato» solo están presentes en 25% del recorrido en la autopista y mejora en la Cota Mil con 70%.