Los investigadores descubrieron que los ratones expuestos a una luz débil por la noche durante ocho semanas experimentaban un aumento de masa corporal alrededor del 50 por ciento superior al de otros ratones que vivían en un ciclo normal de luz-oscuridad. Según explica Laura Fonken, directora del estudio, “aunque no existían diferencias en los niveles de actividad o el consumo diario de alimentos, los ratones que vivían con luz por la noche engordaban más que los otros”. Los autores creen que la luz altera los niveles de la hormona melatonina, que participa en el metabolismo y que además podría interrumpir la expresión de los genes circadianos que ayudan a controlar el momento en el que los animales se alimentan y cuándo están activos. “El momento de comer es crítico para ganar o no ganar peso”, señala Fonken.
De forma global, los resultados podrían ofrecer una explicación para la actual epidemia de obesidad que sufren los países occidentales. “La luz por la noche es un factor ambiental que podría estar contribuyendo a la obesidad por medios que las personas no esperan”, explica Randy Nelson, coautor del estudio. Los investigadores han identificado un uso prolongado del ordenador y la televisión como factores de riesgo de la obesidad.