En un acelerado tour, el canciller del país petrolero, Nicolás Maduro, se reunía el martes con varios Gobiernos del cono sur para hacer consultas e intentar que el conflicto con Colombia no pase de castaño a oscuro.
“Aspiramos con esta gira alertar al continente que estemos pendientes de cualquier amenaza de agresión contra nuestro pueblo, nuestro país, la República Bolivariana de Venezuela”, dijo Maduro en Paraguay en la madrugada del martes.
“Hemos rechazado la mentira infame que se ha lanzado contra nuestro país”, agregó tras reunirse con el presidente Fernando Lugo y su canciller.
Colombia presentó la semana pasada ante la Organización de Estados Americanos (OEA) presuntas pruebas de que Venezuela da refugio a 1.500 rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Casi de inmediato, el presidente venezolano, Hugo Chávez, rechazó las denuncias y rompió las relaciones diplomáticas con su vecino, que desde hace ocho años viven en un sube y baja.
Maduro arrancó su gira el lunes por Brasil, donde dijo a periodistas que encontró comprensión y simpatía del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que ya se había mostrado dispuesto a mediar entre los dos países.
Después voló a Paraguay y el mismo martes planeaba reunirse con los mandatarios de Uruguay, Argentina, el canciller de Chile y el de Perú y el presidente de Bolivia, un fuerte aliado del socialista Chávez.
Pero desde la capital colombiana, el saliente Gobierno de Alvaro Uribe exhortó a no quedarse trabados en discusiones.
“El Gobierno de Colombia está presto a continuar el debate sobre las preocupaciones expresadas ante el Consejo Permanente de la OEA, en distintos escenarios”, dijo la cancillería en un comunicado. “Sin embargo, considera que, más que continuar con discusiones, se requiere pasar a las soluciones”, agregó.
COLOMBIA, PRESENTE
Cuando rompió las relaciones, Chávez alertó a sus fuerzas armadas en la porosa frontera y el lunes reforzó la presencia militar con unos 1.000 soldados adicionales en dos estados fronterizos con Colombia, después de asegurar que se prepara una operación militar para derrocarlo desde Washington.
Pero el Gobierno colombiano, el mayor aliado de Estados Unidos en la región, ha dicho que no movilizará tropas. Y analistas ven poco probable que se llegue a un choque armado.
“Aspiramos a que Sudamérica toda tenga la capacidad para abortar cualquier plan de agresión contra Venezuela”, sostuvo Maduro en Paraguay.
Los cancilleres del bloque regional Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) dijeron estar dispuestos a buscar una solución negociada y tienen planeado reunirse el jueves en Quito en una cumbre extraordinaria pedida por Venezuela.
“Colombia se hará presente en la reunión de cancilleres convocada para este jueves, en el entendido de que se discutirá de manera puntual dicho mecanismo”, dijo la cancillería colombiana en referencia a su petición de que sea decidida una vía para verificar sus denuncias sobre la guerrilla.
Ya el Gobierno colombiano pidió a la OEA enviar a Venezuela una comisión especial internacional que investigue y verifique las pruebas que dice sustentan que hay campamentos rebeldes en territorio del vecino país.
Este es el peor impasse que atraviesan las dos naciones andinas desde 1987, cuando los vecinos estuvieron al borde de un conflicto armado luego de que un barco de guerra colombiano fuera interceptado por la Armada de Venezuela en una zona marítima bajo disputa limítrofe.
Desde mediados del 2009, Venezuela mantiene casi congelado el comercio bilateral en rechazo a un acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos que Chávez considera una amenaza para la seguridad del productor petrolero miembro de la OPEP.
Chávez ha dejado la puerta abierta a una reconciliación con el sucesor de Uribe, Juan Manuel Santos, que recibirá la banda presidencial colombiana el 7 de agosto y se ha mostrado más conciliador para recomponer las relaciones con su vecino.