Isaías A. Márquez Díaz
El asunto, que jamás pudiese pasar a la categoría de trillado, conviene abordarlo siempre y cuando se pudiera, ya que se ha proliferado sinnúmero de especulaciones y conjeturas rayanas en infundio, acerca del momento en referencia.
Se trata de una circunstancia de base pentagonal, de solución no tan fácil, pero tampoco imposible, que se da por las razones siguientes, imprevisibles para un país monoproductor, tal y como el nuestro, cuya economía está sujeta a las tensiones político-militares de Medio Oriente) tales y como las que nos han afectado, ahora mediante la caída del petróleo, que ha perjudicado a Venezuela, mayormente, ya que entre 2013-2014 su economía, quizá por demagogia,-las misiones– se conforma, sobre la base de unos US$ 50-60/barril de crudo. Pero, ahora, los precios han caído por debajo de los 28,36 dólares. El más bajo en 12 años, incidencia que ha frenado nuestro desarrollo, razón ésta por la cual, Hoy día, el bolívar equivale hasta menos de un centavo/dólar.
En efecto, durante 2015 estuvo cerca de un default o suspensión de pagos, pues apenas logra un ingreso suficiente en exportaciones petroleras como para cubrir sus pagos por concepto de la deuda.
Para 2016 debemos más de 10000 millones de dólares en pago por la deuda, cuya mitad debió pagarse entre 10/11 2015.
Pese a las variables, estimamos haya habido imprevisión en la gerencia del ingreso petrolero, ahora, menguado y a la espera de algún suceso magno, que dispare la cotización del crudo, deseando que ocurra por la demanda normal del mismo.
Naturalmente que nuestro consumismo, transculturación de países desarrollados, se ha modificado, ostensiblemente, por ausencia, entre otras, de la clase media.
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