La literatura como «baluarte contra el prejuicio, el racismo y el nacionalismo intolerante, ya que en toda la gran literatura, los hombres y mujeres de todo el mundo son iguales. Es más difícil acabar con un pueblo que lee mucho», enfatizó Wästeberg.
Desde que el mexicano Octavio Paz recibiera el premio en 1990, un año después que el español Camilo José Cela, el Nobel de Literatura no recaía en un representante de las letras hispanas, que han sido premiadas once veces por la Academia Sueca, incluyendo el premio a Vargas Llosa.