Carlos Genatios, profesor de la Universidad Central de Venezuela y ex Autoridad Única de Vargas, recuerda que en el año 2000 se congregó a los especialistas de la UCV, la Simón Bolívar y la Metropolitana para elaborar un plan que permitiera reordenar el territorio varguense con criterios de sustentabilidad. En el proyecto se identificaron todas las variables de riesgo y las medidas que debían tomarse para disminuir la vulnerabilidad de la región.
«El plan pretendía lograr un equilibrio entre las obras de protección ambiental y el desarrollo urbano, de tal manera que se pudieran evitar consecuencias similares a las de diciembre de 1999 y se le diera a la gente una mejor calidad de vida. El fin último era garantizar el resguardo de las vidas humanas en un entorno agradable», señaló.
Por el alto costo económico y social que implicaban algunos proyectos de ingeniería propuestos, registraron modificaciones. «Por otra parte, se le quitó mérito a las recomendaciones que se hicieron en materia de desarrollo urbano, sencillamente, porque no entendieron la visión que teníamos quienes fuimos responsable de esos estudios», afirmó.
Falta de mantenimiento. Alejandro Volta, quien fuera presidente de Corpovargas y autoridad única de Vargas durante nueve años, argumentó que muchos de los estudios realizados en la institución durante la gestión de Genatios sirvieron de base para elaborar el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Área de Protección Arrecife-Los Caracas, publicado el 21 de enero de 2005.
Ese proyecto, convertido en ley con la anuencia de las comunidades, sirvió de referencia para todas las obras que construyó Corpovargas, así como para el otorgamiento de las certificaciones de riesgo que entregaba la Autoridad Única para permitir nuevas edificaciones. Sin embargo, el militar retirado reconoce que, efectivamente, no se ejecutaron los trabajos concernientes al reordenamiento urbano porque no se les otorgaron los recursos para construir viviendas donde se pudiera reubicar a las familias en peligro, y tampoco para hacer los drenajes.
«Con el Plan Vargas 2005 se le asignó al Ministerio de la Vivienda la responsabilidad de ejecutar los desarrollos habitacionales que permitirían despejar los márgenes de los ríos y los terrenos inestables.
Eso nunca se cumplió y ni siquiera se pudo completar el complejo habitacional Martín Vega en Catia La Mar porque el fideicomiso que se creó para este fin fue utilizado por el ministerio para atender otras necesidades», señaló Volta.
Gian Franco Morassutti, asesor técnico de Corpovargas, subrayó que los problemas originados por las lluvias recientes en Vargas son consecuencia de la ausencia o precariedad de los drenajes urbanos, pues los mayores problemas ocurrieron en planicies inundables, donde han asentado desarrollos altamente vulnerables a las precipitaciones. Vinculó el arrastre de los sedimentos hasta las vías con la falta de mantenimiento periódico.
Señaló que esta vez no hubo problemas de desbordamiento de los cursos de agua naturales que fueron intervenidos por Corpovargas con los nuevos criterios de diseño, pues, afortunadamente, esas cuencas cuentan con estructuras de presas y canalizaciones que condujeron los escurrimientos sin afectar los desarrollos urbanos adyacentes.
«Si se hubieran cumplido a cabalidad los lineamientos del plan, otra sería la realidad ahora. En aquel momento se hizo la mayoría de las obras de minimización de riesgo en las cuencas, pero no se construyeron los drenajes ni las redes de aguas servidas, y tampoco fueron asignados recursos para hacer mantenimiento a las presas y los canales», detalló Volta.
Hoy en día, las condiciones no son mejores porque la Autoridad Única de Vargas y Corpovargas fueron suprimidas, y las funciones que esos entes cumplían no se han reasignado a ninguna institución. Nadie es responsable del mantenimiento de las obras en los ríos y tampoco hay quien vele por el plan de ordenamiento urbano.
Contraparte. Genatios precisó que todavía no ha quedado demostrada la efectividad de las obras hidráulicas construidas con muros de gavión, y no con concreto armado como lo establecían los primeros proyectos porque los aguaceros de finales de noviembre no se pueden comparar con fenómenos naturales como los de 1999 o de 2005.
«Gracias a Dios, las lluvias no fueron más intensas, pero aún así, se levantaron losas en los canales, se desprendieron gaviones en las presas y se acumularon sedimentos en la descarga, que amenazaron con producir desbordamientos».
Insistió en que los aguaceros de noviembre permitieron comprobar que hubo cosas que se hicieron muy mal.
Recordó que en Camurí Chico construyeron un paso provisional con una alcantarilla que resultó insuficiente para la cantidad de agua y sedimentos que arrastra el río, y por eso la vía colapsó. En El Cojo una obra ejecutada a medias por el Ministerio del Ambiente el agua estuvo a punto de rebosar el canal y pasar por encima del puente. Se trata de una de las tareas pendientes desde 1999.