Usain Bolt empezó con un soberano susto en las semifinales de los 100 metros, siguió con un guiño a la cámara antes de arrancar en la final, y luego puso la magia sobre el tartán con un estelar adelantamiento en los últimos metros que le valió para dejar atrás a su máximo rival, Justin Gatlin, por una centésima de segundo.
El genial velocista jamaiquino marcó su mejor crono del año al parar el reloj en 9.79 segundos y también pulverizó cualquier atisbo de dudas sobre su condición de hombre más rápido del planeta. «Vine aquí para ganar el campeonato. Es una gran sensación tras un año difícil por las lesiones y las dudas de muchos», comentó, radiante y feliz, tras culminar una de sus gestas más memorables.
Su mayúscula actuación bajo máxima presión, que le valió la medalla de oro en el Mundial de Atletismo de Beijing, vuelve a situarle como gran favorito de cara a los Juegos Olímpicos de Río, dentro de un año, y deja visiblemente tocado a Gatlin, quien a sus 33 años había dominado la temporada hasta la fecha.
El estadounidense, que también se había impuesto en la ronda preliminar del sábado y la semifinal que se le había atragantado a Bolt apenas unas horas antes, tenía esperanzas en destronarle y volver a ganar un mundial tras coronarse por última vez en Helsinki 2005.
«No fue culpa de la presión. Creo que perdí la carrera en los últimos cinco metros, cuando me estiré en busca de la meta y me desequilibré un poco», analizó Gatlin. «Bolt es un corredor de raza que aparece en los momentos clave y te ataca. Tienes que estar a tope contra él. Creo que fue una gran carrera contra un gran rival».
Por su discreto desempeño en el último año, en que fue lastrado por las lesiones, Bolt generaba ciertas dudas sobre su capacidad de confirmar su condición de número uno, pero sacó a relucir el genio tras sufrir un tremendo susto en la semifinal y volvió a saborear la gloria en el Nido de Pájaro, el estadio que le vio encumbrarse por primera vez en los Juegos Olímpicos de 2008, cuando ganó tres medallas de oro olímpicas y rompió tres récords mundiales.
«Es triunfo es el número uno para mí en cuanto a competencia y significa mucho. He superado muchas adversidades esta temporada, pero tenía en confianza en ganar», dijo que el jamaiquino de 29 años, quien no inició la final de manera tan estrepitosa como la ronda previa.
En el desenlace, y tras los ríos de tinta vertidos sobre la rivalidad personal entre los dos grandes velocistas del momento, el mejor Gatlin sacó a relucir la mejor versión de Bolt, quien echó un vistazo a su rival situado a la derecha y apretó los dientes para rebasarle en el tramo decisivo, aprovechando su potente zancada y mayor envergadura.
La indiscutible figura de Beijing y poseedor absoluto de la marca en esa prueba con 9.58 desde 2009, suma ya nueve medallas de oro en mundiales, superando el récord de ocho del mítico Carl Lewis, y seis oros individuales, con lo que iguala el total del pertiguista ucraniano Sergei Bubka.
Bolt aún debe participar en las carreras de 200 metros el martes y, previsiblemente, los relevos de 4×100 del sábado con el potente equipo de Jamaica, donde Asafa Powell espera desquitarse de su decepcionante final.
La medalla de bronce recayó por partida doble en el también estadounidense Trayvon Bromell y el canadiense Andre De Grasse, ambos con marca de 9.92. Fuera del podio quedaron otros candidatos a medalla con mayor renombre como Tyson Gay, finalmente sexto, y Powell, séptimo.
Impulsado constantemente por la grada desde primera hora de la tarde, Bolt le puso notable suspenso a su boleto a la final, con un inoportuno tropiezo en semifinales justo al arranque de la prueba que le relegó a los últimos puestos y comprometió seriamente sus aspiraciones. Pero el jamaiquino también dio entonces una pista de lo que estaba por venir, reaccionando en la segunda mitad de la carrera para imponerse en la meta.
«Me he visto en una situación parecida demasiadas veces, como un millón. Se trata solo de salir allí afuera, relajarse y hacer el trabajo. No sentí la presión», aseguró Bolt ante la prensa, poco después de volar de nuevo sobre el Nido de Pájaro, celebrar a ritmo de reggae y dedicar su clásica estampa del rayo a su entregada fanaticada, a la que premió una vez más con una actuación memorable.