En una conferencia de prensa en la que hizo balance tras el terremoto que el 12 de enero de 2010 causó más de 220.500 muertos y de 300.500 heridos, Bokova destacó que «el país no posee petróleo ni una posición geoestratégica, y precisamente por eso es una prueba para que la comunidad internacional muestre su humanidad».
La representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lamentó que el enfoque adoptado hasta ahora «haya creado una dependencia totalmente interiorizada», ante la cual es necesario establecer una relación de respeto y de confianza» con las autoridades y la población local.
«El Estado debe disponer de medios para su propia credibilidad», indicó la búlgara, reconociendo, un año después de ese terremoto que destruyó 60% de las infraestructuras gubernamentales, que «los desafíos persisten y los esfuerzos realizados no son suficientes».
«La situación política es compleja, pero el apoyo a las instituciones es fundamental para el buen funcionamiento del Estado, y no consideramos que todo tenga que estar en su lugar para hacerlo. No es una excusa aceptable porque si no lo cotidiano se vuelve cada vez más complicado y acaba siendo un círculo vicioso», advirtió.
La enviada especial de la Unesco para Haití, Michaëlle Jean, destacó también la necesidad de que el actual proceso electoral en el país se realice «con calma porque hace falta que los trabajos de reconstrucción continúen y que la comunidad internacional no ceda a la tentación de quedarse a la espera para apoyar a la población».
Sin dar cifras sobre qué porcentaje se ha cubierto de los 11.000 millones de dólares que la comunidad internacional prometió el pasado marzo para la reconstrucción de Haití, recalcó que «es insuficiente» y que «hace falta estar a la altura de los compromisos adquiridos».
En su intervención, Jean aseguró que «lo que debe cambiar en Haití es la necesidad de adoptar una filosofía inclusiva, que la Unesco apoya totalmente, porque la población quiere ser parte de los esfuerzos de reconstrucción».
Para la enviada especial, «se trata de una verdadera cruzada» ante la que «no se tiene el derecho de fracasar», y en la que es desmotivador «que ciertas ONG tengan más medios que el propio Estado».
Las dos representantes recordaron que se debe restablecer el tejido social en el país y enviar a la opinión pública «una señal clara de que las cosas todavía son posibles en Haití», donde, según advirtieron, «no habrá una reconstrucción completa si no se invierte también en cultura y en educación».