El grupo de 12 países, que concentra grandes reservas mundiales de petróleo y energía hidroeléctrica, pretende consolidarse frente a otras iniciativas de integración como el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Alianza para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Alianza del Pacífico y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Pese a las profundas diferencias económicas entre varios de sus miembros, la Unasur quiere retomar el impulso que perdió tras el fallecimiento del presidente venezolano Hugo Chávez, uno de sus mentores, la desaceleración económica y la brusca caída de los precios del petróleo que afecta a países como Venezuela, Colombia y Ecuador.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó para este año un magro crecimiento de 1,1% en la región, y de apenas 2,2% en 2015, muy lejos del 6,1% de 2010.
En ese contexto, los miembros de la Unasur se reunirán de manera extraordinaria para el traspaso de la presidencia pro tempore de Surinam a Uruguay, el jueves en Guayaquil (suroeste), y la inauguración de la sede construida en las afueras de Quito, el viernes.
Esta reunión será un “relanzamiento del proceso integracionista”, confió el presidente de Ecuador, Rafael Correa.
Por su parte, el secretario de la Unasur, el expresidente colombiano Ernesto Samper, formuló un llamado a la “convergencia en materia económica” para posicionarse frente a mercados como los de Estados Unidos y Canadá, la Unión Europea (UE) y de países asiáticos.
Asimismo, propuso el establecimiento de la denominada “ciudadanía sudamericana” para garantizar la libre movilidad de 400 millones de personas (70% de la población latinoamericana) por un territorio de 18 millones de km2.
“Esto tiene que complementarse con una política de defensa de los migrantes. Hay 26 millones de sudamericanos dando vueltas por el mundo, han sido muy maltratados”, dijo Samper durante un seminario en Guayaquil el miércoles.