Este Súper Bowl sin duda tiene todos los ingredientes para otra noche cargada de suspenso, el final perfecto para una temporada que empezó con un conflicto laboral y terminó siendo la más exitosa de la historia de la NFL.
La liga no lo podría haber planeado mejor.
«De hecho, ha sido una semana muy divertida aquí», dijo el quarterback de los Patriots de Nueva Inglaterra Tom Brady, que busca su cuarto título en 11 temporadas nada menos que en Indianápolis, la ciudad de su archirrival Peyton Manning. «Es un tanto increíble jugar en el estadio donde Indy es local y entrenar en sus instalaciones».
Más extraña ha sido la situación de Eli Manning, que volvió a encabezar a los Giants en un gran cierre de temporada y busca su segundo campeonato, pero bajo la sombra de su hermano mayor Peyton.
Toda la semana, de lo que más se habló fue de si Peyton seguirá con los Colts luego de haberse sometido a tres operaciones en el cuello en 19 meses. Los Colts le deberán pagar en marzo una bonificación de 28 millones de dólares y no está claro si el quarterback de verdad está peleado con el dueño Jim Irsay.
Eli, en tanto, superará a su hermano en cantidad de títulos si gana el domingo en el estadio Lucas Oil de los Colts. Y el futuro de Peyton, dice, no afectará su actuación en un partido en que Nueva York (12-7) no es el favorito de los apostadores.
«Estoy orgulloso de Peyton, hablé con él esta semana y no se tocó nada de esto», dijo Eli. «Cuando hablo con él, se encarga de mantenerme tranquilo. Hablamos un poco de fútbol americano y un poco sobre Nueva Inglaterra. Me apoyó esta semana, sé que él trabaja duro para ponerse en forma y lo voy a apoyar en eso».
Eli podría sumar dos campeonatos contra uno de Peyton, pero Brady podría alcanzar con cuatro a su ídolo de la infancia Joe Montana y a Terry Bradshaw. Su entrenador Bill Belichick igualaría a Chuck Noll con la misma cifra.
Para lograrlo, los Patriots (15-3) deben proteger a su mariscal. Hace cuatro años, los Giants lo maltrataron tanto que los anillos de campeón se fueron hacia Nueva York.
Claro que tuvieron la atrapada milagrosa contra el casco de David Tyree y una recepción de touchdown de Plaxico Burress, pero la victoria que arruinó la temporada perfecta de Nueva Inglaterra se basó en la presión constante sobre Brady.
Hoy, la fórmula para ganar sigue siendo la misma.
«Creemos que sin duda tenemos un grupo muy fuerte en el frente», dijo el entrenador de los Giants Tom Coughlin. «Es la manera en que jugamos y en que preferimos jugar. Es un grupo que pone presión y hemos jugado mejor en la parte trasera (de la defensiva) también, probablemente como resultado de que el balón ha tenido que salir más rápido que en otros momentos del año».
Brady recuerda el dolor físico y emocional que sufrió en 2008, en el juego y al ver el marcador final.
«Toda vez que pierdes es difícil», dijo. «Perdimos un Súper Bowl. Recuerdo haberme despertado en Arizona la mañana siguiente, tras dormir una hora, y pensar: ‘Eso fue una pesadilla, eso no ocurrió’. Con el tiempo, aprendes a aceptarlo y dejarlo atrás».
Esta temporada, los Giants volvieron a acosar a Brady cuando ganaron el cruce por la temporada regular 24-20 en Foxborough, la última derrota de los Patriots hasta ahora. Para Nueva York, fue el inicio de una mala racha en que perdió cuatro seguidos antes de recuperarse.
Cuando el balón se mueva el domingo, las principales estrellas serán Brady y Manning, Eli Manning. No lo será Madonna, encargada del espectáculo del entretiempo, si no los quarterbacks cuyos brazos, agudeza y capacidad de liderazgo definirán este Súper Bowl.
«Los dos son líderes en el campo», dijo el nose tackle de los Patriots Vince Wilfork. «Creo que en esa posición hay que ser inteligente, hay que ser agudo. Creo que tienes que entender lo que está pasando a tu alrededor. Creo que los dos tienen eso».
El domingo, veremos quién tiene eso y un anillo de Súper Bowl más en su colección. /AP