Esa concesión fue sin embargo la única arrancada por tres ministros europeos que realizan una mediación entre el gobierno ucraniano y la oposición.
La gestión de los ministros de Alemania, Francia y Polonia fue apuntalada por la decisión de la Unión Europea (UE) de imponer sanciones contra funcionarios y militares ucranianos que tengan las manos “manchadas de sangre”.
La presión aumentó cuando Alemania, Estados Unidos y Rusia se pronunciaron por “una solución política” a la crisis que sin embargo viene creando tensiones dignas de la Guerra Fría entre Moscú y las capitales occidentales.
La iniciativa fue comunicada por el gobierno alemán tras consultas entre la jefa de gobierno alemana, Angela Merkel, el presidente estadounidense, Barack Obama, y el de Rusia, Vladimir Putin.
“Tiene que cesar el baño de sangre”, señaló el comunicado difundido en Berlín.
Según datos de medios opositores, un centenar de personas, en su gran mayoría manifestantes, murieron desde el martes en los enfrentamientos en el Maidán, o plaza de la Independencia, epicentro desde hace tres meses de la peor crisis vivida por este país desde su independencia en 1991.
Según el ministerio de Salud, el balance es de 75 muertos y de 76 heridos “en estado grave”.
De acuerdo con los informes oficiales, entre los muertos hay por lo menos 13 policías (diez el martes y tres el jueves).
Los incidentes del martes se desencadenaron con una operación policial para recuperar el control de la plaza, que topó con una violenta resistencia y dejó 28 muertos.
El jueves se iniciaron en cambio con una violenta embestida de centenares de estudiantes radicales enmascarados y armados con palos, bulones, adoquines y botellas molotov para recuperar el terreno perdido.
El ministerio reconoció que los agentes dispararon con balas reales, y lo justificó diciendo que fue para proteger sus vidas.
Otros incidentes se señalaron en ciudades de provincia.