Realmente lo agradece y cuando a que esta atención esté justificada, el lanzador estelar de los Rockies de Colorado simplemente se encoge de hombros y esboza una sonrisa tímida.
Resulta que así como es un gran lanzador, es a la vez una persona bastante modesta.
Provisto de una bola rápida quemante que alcanza hasta los 160 kilómetros por hora (100 mph) Jiménez también tiene una serie de lanzamientos casi imposibles de conectar y gracias a ello está atravesando por una temporada de ensueño.
El dominicano Jiménez, que ostenta foja de 12-1 es apenas el sexto serpentinero desde la década de 1920 en tener un comienzo de temporada tan dominantes, de acuerdo con la empresa de estadísticas STATS LLC.
Su promedio de carreras limpias permitidas está en un ínfimo 1.16 y podría alcanzar una temporada memorable como la que tuvo Bob Gibson en 1968, cuando la leyenda de los Cardenales de San Luis terminó con foja de 22-9 y 1.12 de efectividad. Su actuación fue tan dominante que fue factor, en parte, para que las Grandes Ligas decidieran disminuir el tamaño de la lomita de los lanzadores al año siguiente.
Dutch Leonard, de los Medias Rojas de Boston, posee la marca más baja de carreras limpias admitidas para un abridor al comienzo de la temporada desde el comienzo del Siglo XX, cuando llegó a tener un promedio de carreras limpias admitidas de 0.96 en 1914.
Jiménez estaba meditando en torno a la cifra compilada por Leonard hasta su salida anterior, cuando permitió tres carreras en seis entradas en lo que fue un partido recortado a seis entradas el viernes que le ganó a los Azulejos de Toronto.
Al lanzar en medio de gruesas gotas de lluvia, Jiménez no pudo conservar el enorme control que posee de sus lanzamientos.
«No fue fácil salir allá», dijo Jiménez.
Es sólo una probadita de lo que deben sentir los bateadores cuando se enfrentan a él.
Jiménez se niega a dejarse llevar demasiado en sus enormes éxitos y se mantiene como una persona con los pies bien puestos en la tierra a pesar de sus grandes actuaciones. Su respuesta a todas estas alabanzas es un rápido manotazo y es un recurso que utiliza para evitar que esas lisonjas se le suban a la cabeza.
Además, esa es la manera como lo educaron sus padres.
«Soy el mismo tiempo y trato de darle el crédito a la gente que logra hacer cosas», dijo Jiménez, quien, a pesar de sus logros, sigue escuchando que su nombre, Ubaldo, lo siguen pronunciando mal.
«No he cambiado», agregó.
Sabe bien que entre más victorias vengan, también tendrá más obligaciones y más responsabilidad y lo ha entendido bien pues siempre busca darle espacio a los aficionados que quieren un autógrafo o a los periodistas que le piden entrevistas minutos antes de que salte al campo a iniciar sus ejercicios de calentamiento.
«Si uno lanza bien, uno debe esperar este tipo de reacciones, pues todos quieren hablar contigo», dijo Jiménez, de 26 años, quien lanzó el primer partido sin hit en la historia del equipo el 17 de abril en Atlanta.
vg / Reporte360