La modelo Rosie Hungtington sustituye a la explosiva Megan Fox, que tuvo más de un problema con el director Michael Bay. Y aunque la nueva incorporación deja mucho que desear en cuanto a calidad de actuación, cumple con la cuota de belleza que equilibre la sobredosis de acción y de máquinas de Transformers.
En Transformers 3: Transformers: Dark of the Moon”, la historia tiene la única labor de permitir unir las escenas de acción, así que los guionistas no se matan ni en las ideas, ni en su desarrollo y mucho menos en los diálogos.
Shia LaBeouf continúa encabezando esta saga como Sam Witwicky, el civil que se mueve como pez en el agua entre militares y máquinas gigantes que parecen la evolución del mítico Mazinger Z.
Con colaboraciones de relumbrón, como Frances MacDormand, Patrick Dempsey o John Malkovich, esta tercera entrega de Transformers triunfará sin embargo por lo que sus seguidores buscan: el enfrentamiento entre el bien y el mal mediante las luchas de esos automóviles que se convierten en gigantes robots con sentimientos.
Los buenos autobots contra los malos decepticons, que quieren convertir la Tierra en la nueva Cybertron, el planeta del que todos ellos proceden.
Un enfrentamiento que tiene su origen en la guerra civil que los enfrentó y que acabó con el destierro de los autobots a la Tierra y con su líder, Primus, muerto en un accidente con su nave en el lado oscuro de la luna.
Ese es el punto de partida del filme, la llegada del hombre a la luna en 1969 con el secreto objetivo de averiguar qué es lo que había aterrizado allí.
Mezclando imágenes reales con ficticias, la película se mete en la onda de utilizar hechos reales como origen de ficciones actuales, como también ha hecho X-Men con la crisis de los misiles entre Estados Unidos y Cuba.
En este caso, Michael Bay utiliza el viaje del Apolo XI a la luna como punto de partida de una historia que a partir de ahí se convierte en una mera sucesión de enfrentamientos y batallas, con algunos momentos publicitarios protagonizados por Huntington y LaBeouf en el más puro estilo de anuncios de colonia o de champú.
Dado que el filme tiene todos los elementos que han hecho de la saga una apuesta triunfadora (con una recaudación en sus dos primeras entregas de más de 1.600 millones de dólares), seguro que seguirá arrasando en taquilla.