Bañados en sudor e iluminados por las luces estroboscópicas, bailan al trepidante ritmo de la música de discoteca en festejos denominados Lunch Beat (Ritmo del Almuerzo), una tendencia que comenzó en Estocolmo y que se ha propagado a otras ciudades de Europa.
Luego regresan a trabajar.
“¡Es totalmente fantástico!”, dijo Asa Andersson, de 33 años, quien la semana pasada tomó un descanso de su empleo en un cafetería para lucir algunos pasos. “Es la primera vez que vengo, estoy sumamente feliz y emocionada, toda llena de sudor y llena de energía. No hay nada mejor que esto”.
El primer Lunch Beat se realizó en junio de 2010 en un estacionamiento subterráneo de Estocolmo. Sólo hubo 14 asistentes. Pero se divirtieron tanto que de inmediato planearon otro. La voz se corrió y ahora la capital sueca tiene Lunch Beats cada mes con cientos de asistentes.
Actos similares se han realizado en al menos otras 10 ciudades suecas, así como en Finlandia y Serbia. El debut del Lunch Beat en Portugal será el próximo mes en Porto, dijeron los organizadores.
La fiesta comienza al mediodía y se extiende por una hora. No hay alcohol, por lo que el ambiente es distinto al de un club nocturno, dijo Daniel Odelstad, de 31 años, organizador de Lunch Beat Estocolmo.
“La gente está sobria, es mediodía, dura muy poco, y es efectivo e intenso”, dijo. “Tienes que meterte y empezar a bailar porque la hora se acaba muy rápido”.
Atendiendo ese consejo, casi 500 personas pagaron 100 coronas (14 dólares) para entrar en el Kulturhuset, un centro cultural de Estocolmo.
Cualquiera puede organizar un Lunch Beat siempre y cuando siga algunas reglas sencillas, dijo Odelstad.
“La primera regla es que tienes que bailar”, dijo mientras revisaba entradas prepagadas en la puerta de acceso. “Si no quieres bailar en tu hora de descanso, entonces debes comer tu almuerzo en otra parte”.
Los eventos no son de carácter lucrativo, y las entradas se usan para pagar el alquiler y bocadillos para que los bailarines no regresen hambrientos a sus empleos.
Algunos asistentes primerizos se sorprenden de lo rápido que se ponen en ambiente los suecos, normalmente reservados. En cuanto el pinchadiscos hace sonar la música, personas jóvenes y maduras se entremezclan para bailar, algunas vestidas con traje y corbata.
Pero, ¿no es incómodo regresar a una oficina luego de bailar por una hora? Los trabajadores europeos, algo más relajados que sus contrapartes de otros países, dicen que no.
Ellen Bengtsson, de 29 años, vino al Lunch Beat con más de una decena de compañeros de una oficina de gobierno.
“Es genial”, dijo. “Regresamos sudorosos todos juntos”.