Procurar administrar el tiempo con inteligencia, la organización y prever lo que se va a hacer puede ayudar a no andar a las “apuradas” y evitar un alto nivel de estrés. Para ello, es necesario efectuar escala de prioridades respecto de las obligaciones y aceptar sólo aquellas que se puedan manejar, según tu tiempo. Encarar sólo una cosa por vez, de nada servirá querer abarcar más allá de lo que se puede, sólo estrés y frustración.
En este sentido, también hay que ser flexible, no presionarse, y estar dispuesto a pedir ayuda. No hay que ser ni muy exigente para con este momento del año (aún no es momento de balances) ni tener un “falso orgullo” de querer hacer todo solo, también se puede pedir ayuda cuando se necesite, sea del entorno o de un profesional.
El sólo hecho de hablar, de expresar y compartir lo que sucede puede ser de gran ayuda para reducir la presión y liberador. Además, muchas veces otro punto de vista puede aportar soluciones o ideas que no se hubiesen ocurrido por cuenta propia.
Otro punto esencial es asegurarse de un buen “uso” del tiempo libre: buscar actividades que sean agradables y brinden placer además ayude a la relajación, sea cantar, ir al cine, dar un paso o cualquier otra actividad que haga bien. Así también, durante los días de semana será necesario hacer una pausa en el trabajo de al menos unos minutos para respirar y centrarse en sí mismos.
El contacto con los seres queridos es otra pieza fundamental: familiares y amigos son en gran parte del sostén. Es saludable incorporar a la semana momentos con el círculo íntimo, donde compartir y sentir contención.
Finalmente, no hay que olvidar que la actividad física también puede ser una muy buena forma de aminorar el nivel de estrés. Así también, optar por otras alternativas más tranquilas y basadas en la relajación, como el yoga, pueden ser herramientas muy efectivas para estar mejor, libre de tensiones y ansiedades innecesarias.