El empate cosechado en la primera jornada contra Uruguay (0-0) ha activado todas las alarmas en la concentración francesa que, en medio de multitud de polémicas, busca soluciones al pobre juego ofensivo.
Frente a México, Francia se juega el todo por el todo y en esa situación límite la veteranía y experiencia de Henry aparece como una buena solución, sobre todo, en un momento en el que el sector ofensivo fue el que más críticas recibió.
Nicolas Anelka, Sideney Govou y Yohann Gourcuff han sido el blanco de la mayor parte de las críticas, en buena medida por su falta de eficacia goleadora, que frente a Uruguay prolongó la mala racha del equipo en los encuentros de preparación.
El propio seleccionador, Raymond Domenech, reconoció de forma velada que el rendimiento del equipo no es el que le gustaría. “No tengo costumbre de decir que es culpa del jugador, pero la falta de eficacia,… la lamento”, aseguró tras el partido contra Uruguay.
Unas palabras que los analistas interpretaron como un aviso a Anelka, único punta nato en el esquema del equipo, un toque de atención que puede traducirse en un relevo en el ataque.
Porque Francia, subcampeona del Mundo, tiene poco margen de maniobra y frente a México se juega su penúltimo cartucho para salir indemne de la primera fase.
Henry es una apuesta segura para Francia. Es el único futbolista galo que ha disputado cuatro Mundiales, el último superviviente que queda de la generación que se proclamó campeona del mundo en 1998 y tiene en su currículum el honor de ser el máximo goleador francés, con 51 tantos en 112 partidos internacionales.
El jugador del Barcelona llegó lastrado a este Mundial por una pobre temporada con la camiseta blaugrana, con la que dispuso de muy pocos minutos de juego en los que apenas marcó cuatro goles.
Por eso, Domenech dudó hasta el último minuto para convocarle y, antes de hacerlo, le avisó de que no sería titular en su esquema.
Henry aceptó el trato y, sabedor de que los únicos argumentos para disputar su cuarto Mundial eran su experiencia y veteranía, se enfundó el traje del compañero modélico, tanto en los entrenamientos como en sus declaraciones públicas.
“Trato de dar el máximo en los entrenamientos para reencontrar mi ritmo”, afirmó el jugador para dejar abierta la puerta a su retorno al equipo.
Ni una salida de tono, ni una actitud que pueda reprochársele para llamar a la puerta de la titularidad.
Su nombre salió a la palestra tras la derrota de Francia contra China (0-1) en el último amistoso previo al inicio del Mundial. Según publicaron los medios, los más veteranos de la selección pidieron a Domenech que lo alineara frente a Uruguay.
Pero el intento de rebelión fue cortado de raíz por el seleccionador, que no accedió a la petición de sus hombres. Además, en el camino creó un nuevo agraviado, ya que dejó en el banco a Florent Malouda que venía siendo titular en el esquema francés.
Ahora, el jugador del Chelsea puede ser otro de los cambios que introduzca el seleccionador, sobre todo si, como parece, renueva buena parte de su once.
Frente a México, Domenech sopesa revolucionar totalmente el sector ofensivo o darle ligeros toques. En cualquiera de los casos, Henry aparece como el salvador de una Francia que, de nuevo, afronta un futuro incierto.
EFE