Según el último balance aún provisional, anunciado por el canal estatal chino CCTV casi 30 horas después del terremoto, al sismo dejó 617 muertos y más de 9.000 heridos, 970 de ellos en estado grave, en la provincia de Qinghai, en la meseta tibetana.
El balance podía agravarse dado que muchas personas seguían sepultadas.
Según Wang Yubo, responsable provincial de educación, al menos 11 escuelas se derrumbaron, provocando la muerte de 66 alumnos.
La portavoz del ministerio de Educación chino, Xu Mei, citada por la agencia China Nueva, desmintió sin embargo que hubiese al menos 200 alumnos sepultados bajo los escombros de una escuela, como había anunciado anteriormente el diario Beijing Times, citando al director del centro.
Esto recuerda el doloroso precedente del terremoto de Sichuan (suroeste), en mayo de 2008, en el que murieron miles de niños en el desplome de sus colegios.
El jueves, la televisión oficial difundía imágenes de los socorristas que trabajaban entre los escombros para intentar llegar hasta los alumnos sepultados en la prefectura de Yushu, epicentro del temblor.
Los padres desesperados, sin noticias de sus hijos, se agolpaban cerca de un dormitorio derrumbado, donde se encontraban algunos de los alumnos en el momento del temblor.
La televisión mostraba también imágenes de los supervivientes rescatados de los edificios en ruinas por socorristas que entraban entre placas de hormigón y el amasijos de hierro, o de médicos que realizaban operaciones quirúrgicas de emergencia en tiendas de campaña.
«¡Gracias, gracias, no lo olvidaré nunca!», gritaba una adolescente mientras los equipos de rescate la sacaban con mucho cuidado de las ruinas de un edificio al amanecer.
Casi todas las viviendas de la localidad de Jiegu quedaron destruidas por el sismo, -de magnitud 6,9 según el Instituto de Geofísica Estadounidense (USGS) y de 7,1 según las autoridades chinas- que tuvo lugar a las 07H49 del miércoles (23H49 GMT del martes). Más del 85% de los edificios de esa ciudad se vinieron abajo y unas 100.000 personas se quedaron sin hogar, informó la agencia semioficial Noticias de China.
Los equipos de rescate extrajeron con vida a 1.045 personas sepultadas, además de 107 cadáveres, aseguró Noticias de China, precisando que 2.038 heridos estaban siendo tratados.
Miles de damnificados pasaron la noche a la intemperie, con la temperaturas bajo cero y un viento glacial, en esta zona de alta montaña cercana a Tíbet.
«El agua está contaminada, necesitamos agua y comida», afirma Pu Wu, que perdió su hogar en esta ciudad devastada.
Muchos de los socorristas trabajaban sólo con las manos, sin maquinaria ni herramientas y luchando contra la falta de oxígeno debida a la altitud.
El presidente Hu Jintao, de visita en Brasil desde el miércoles, llamó a los equipos de rescate a hacer todo lo posible para encontrar supervivientes.
Según el presidente venezolano Hugo Chávez, Hu regresará a Pekín desde Brasil, donde debía participar en la II cumbre del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), suspendiendo su visita prevista a Venezuela y Chile.
El gobierno chino asignó una partida de emergencia de 200 millones de yuanes (unos 29,3 millones de dólares) para financiar la evacuación de los habitantes, su alojamiento y atención médica, entre otras operaciones. Varios países, encabezados por Estados Unidos, ofrecieron su ayuda.
Como hace dos años, tras el violento sismo que dejó 87.000 muertos y desaparecidos en la vecina Sichuan, el primer ministro chino Wen Jiabao se desplazaba el jueves al lugar de la catástrofe para supervisar las operaciones, según el China Business Journal.