Pistorius necesitaba llegar en uno de los dos primeros puestos de su serie para acceder a la final o acreditar uno de los dos mejores tiempos entre los perdedores, pero su octavo y último puesto, con una marca de 46.19, le dejó fuera del torneo.
El sudafricano se lleva a casa un imborrable recuerdo de Daegu y dos grandes ovaciones del público, cuando fue enfocado por la cámara antes de sus dos carreras.
Las semifinales de 400 metros presentaban dos puntos de interés morboso: el estadounidense LaShawn Merrit, a quien una reducción de tres meses en su sanción de dos años por dopaje le ha permitido defender su corona en Daegu, y Oscar Pistorius y sus cuchillas en lugar de piernas.
Merrit había demostrado una excelente puesta a punto ya en la primera ronda con una marca de 44.35 que jamás de había dado en la primera criba y volvió a bajar de 45 en semifinales (44.76). Sólo el jamaicano Jermaine Gonzales rompió también ese mismo muro.
Si ayer, domingo, Pistorius entró en la historia, no sólo por su mera presencia, sino porque se ganó un puesto en las semifinales, hoy se encontró frente a sus límites y no pudo seguir adelante.
Pistorius corre con prótesis de fibra de carbono en sus dos piernas amputadas gracias a un fallo favorable del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) que revocó el veto que le había impuesto la Federación Internacional (IAAF) por considerar que las prótesis en forma de gancho, actuando como muelles propulsores, le conceden ventaja frente a sus adversarios. Algunos expertos calculan ese beneficio en diez segundos.
Pistorius sufrió la amputación de las dos piernas por debajo de la rodilla antes de cumplir el año de vida debido a que nació sin peronés.