Según los expertos, la terapia de pareja funciona y puede ayudar a resolver conflictos de diversa índole, pero es muy importante acudir a tiempo porque si una relación ya está totalmente acabada, rota, recuperarla es realmente difícil, ya que, ninguno de los miembros tendrá interés o motivación para intentarlo.
La terapia es efectiva cuando ambos han hecho lo posible por buscar una solución, poniendo todo de su parte y aún así no lo consiguen, en la mayoría de los casos porque al estar tan implicados no logran identificar el problema. En este punto, aún se está a tiempo de salvar una pareja y tal vez una familia, pero puede ser necesaria la intervención de un psicólogo experto que detecte el problema y ofrezca una serie de técnicas capaces de cambiar la situación.
¿En qué consiste la terapia?
Aunque casi siempre es la mujer la que toma la iniciativa, la terapia de pareja, lógicamente, es cosa de dos. Además, las relaciones personales son complejas y no siempre es fácil dejar al descubierto los lazos más íntimos existentes entre la pareja. Por ello, el primer paso de la terapia es crear un clima que permita la fluidez en la comunicación. La terapia suele consistir en sesiones individuales, en las que cada uno expone su visión de la situación, y conjuntas en las que se trata de buscar puntos en común que proporcionen “pistas” sobre qué falla en la relación.
No es posible determinar a priori el número de sesiones que serán necesarias y tampoco se puede afirmar con absoluta certeza que la pareja superará la crisis por la que atraviesa pero el intento, sin duda, merece la pena.
Tal vez el desencuentro se deba al estrés derivado de las jornadas de trabajo, a la llegada de un nuevo miembro a la familia (un bebé que supone un cambio profundo en la vida en común), a la monotonía en las relaciones sexuales, a una frustración personal (tu pareja no deja espacio a tu realización personal), a celos infundados… En cualquier caso,la función del psicoterapeuta consiste en ayudaros a:
1. Reconocer cuáles son vuestros conflictos más habituales (por qué discutís o por qué no habláis).
2. Detectar porqué han aparecido estos conflictos en vuestra vida (cuál es el origen).
3. Intentar que descubráis por vosotros mismos porqué persisten en el tiempo los conflictos de tal manera que están deteriorando la relación (no se trata de un problema o discusión puntual).
Al hablar abiertamente frente a un “extraño”, cada miembro de la pareja expondrá su punto de vista de manera diferente que si lo hicieran a solas, entre ellos y, lo más importante, ESCUCHARÁ con atención al otro. Puede que una simple conversación sincera, en la que el psicólogo intervenga con las preguntas certeras que permitan llegar al fondo de la cuestión consiga que os deis cuenta de cuánto os queréis (o no) y de que vuestro problema puede tener una solución más factible de lo que imaginabais.
Como toda terapia, ésta también requiere no sólo escuchar sino ACTUAR. Parte del trabajo del especialista consiste en daros las pautas necesarias para cambiar vuestro modo de actuar ante una determinada situación. Se trata de una serie de técnicas que se pueden aprendery, lo más importante, poner en práctica. Por ejemplo: cómo conseguir que hablar de un problema puntual no derive en una discusión, cómo exponer las propias ideas sin “avasallar” al otro, cómo escuchar desterrando prejuicios o cómo expresar nuestro disgusto ante una actitud de la pareja sin necesidad de “atacarla”.
Reconocido el problema y puestos en marcha los mecanismos necesarios para corregirlo, una segunda fase de la terapia consistirá en ver vuestros “progresos” y las dificultades que encontráis en el día a día para poner en práctica esos consejos recibidos. Los resultados pueden ser muy rápidos o requerir un cambio de conducta que lleve cierto tiempo.
En el peor de los casos, no se producirá el reencuentro con la pareja pero, si esto sucede, siempre pensareis que lo habéis intentado y la ruptura será lo menos traumática posible.