Desde su fabricación — que requiere la extracción de minerales raros que generan emisiones de CO2– hasta el final de su vida, cuando deben someterse a procesos de reciclaje insuficientemente utilizados, estos aparatos tienen todas las características requeridas para no integrar la lista de regalos de los defensores de medio ambiente.
“Son aparatos miniatura, con un aspecto anodino, pero tienen un impacto medioambiental colosal: para extraer pequeñas cantidades de minerales hay que deforestar hectáreas de bosques y espacios naturales”, denuncia Annelaure Wittmann, de la asociación Amigos de la Tierra.
Wittmann cita el ejemplo de un mineral indispensable para la fabricación de teléfonos móviles, cuya explotación en República Democrática del Congo (RDC) amenazaría a las poblaciones de gorilas.
Esta ONG había atacado la primavera pasada el iPad de Apple, criticando “el increíble despilfarro de materia primas” que requiere su fabricación.
En términos de gases de efecto invernadero, la compra de equipos electrónicos representa de 6 a 7% de las emisiones anuales de un francés, más de la mitad de las cuales vienen de televisores, según Jean-Marc Jancovici del gabinete de asesoría Carbone 4.
El Centro Nacional francés de Información Independiente sobre Desechos (Cniid), que milita por una reducción de estos residuos, denuncia por su parte “la estrategia deliberada” de los fabricantes de estos aparatos al reducir la duración de su vida activa, porque son difícilmente reparables o porque están sometidos al “diktat de la moda”.
“Se venden como cosas que es indispensable tener, se da la impresión de que no se puede vivir sin iPhone”, lamenta Hélène Bourges, encargada del Cniid.
La importante tasa de renovación de estos aparatos — cada dos años para los teléfonos móviles, por ejemplo — plantea el problema de que muchos de ellos se tiran cuando aún pueden ser útiles.
Dichos aparatos, algunos de cuyos componentes son fuente de contaminación, no deben dejarse en basureros clásicos, sino en lugares de reciclaje especiales, recuerda Christian Brabant, director general de “Eco-systèmes”, el organismo francés que gestiona desde 2006 la recogida de residuos de equipos eléctricos y electrónicos.
Actualmente, menos de la tercera parte de los aparatos vendidos en el mercado son colocados al finalizar su vida útil en esos lugares de reciclaje (6,5 kg por habitante por 22 kg de productos comercializados en 2009).
“Muchos pequeños aparatos se guardan o se tiran a la basura. La prioridad es llevarlos a los vertederos o devolverlos al distribuidor”, explica.
Para los que, pese a todo, quieren para Navidad un nuevo smartphone, “se puede encontrar material de segunda mano”, afirma Annelaure Wittmann, que aconseja además que se hagan regalos más virtuales, como un lote de canciones para descargar legalmente.
Vía AFP