Las estadísticas del Banco Central de Venezuela reflejan que el consumo incrementó su peso dentro de la economía desde 61,29% del PIB en 2005 hasta 71,90% al cierre del tercer trimestre de este año.
La elevada proporción del consumo dentro del PIB convierte al techo que ahora tiene la banca, imposibilitada de destinar al financiamiento con tarjetas más de 20% del total de préstamos, en un peso extra sobre las alas de la economía.
De hecho, si se observa el gasto de las empresas y las personas dentro del país, algo que técnicamente los economistas denominan la demanda agregada interna, 58,8% corresponde al consumo y el resto a inversión.
La radiografía determina una elevada correlación entre el financiamiento al consumo y el consumo final, por lo que la nueva restricción aleja la posibilidad de que el país logre dejar atrás la recesión y, si efectivamente sale del túnel, iniciar un ciclo de alto crecimiento.
Banqueros consultados explican que el uso de las tarjetas de crédito no solo está asociado a la compra de ropa, zapatos y demás productos que el Gobierno puede catalogar como no básicos en su cruzada por el «consumo necesario».
La clase media también utiliza las tarjetas de crédito para incrementar el dinero que efectivamente dispone al cierre de cada quincena.
«Yo utilizo la tarjeta para cancelar el colegio de mis hijos, luego con el pago que me corresponde por vacaciones, utilidades y el fideicomiso de las prestaciones voy bajando esa deuda», dice María Machado.
La clase media también tiene en la tarjeta de crédito una pieza imprescindible para cancelar facturas en clínicas y supermercados.
Esta tendencia se ha visto reforzada por un entorno donde el poder de compra del salario retrocede ante el alza de los precios y obliga a recurrir a las tarjetas para cubrir necesidades básicas.
De acuerdo con los datos de la Superintendencia de Bancos dos entidades financieras privadas ya superan el límite establecido para el financiamiento con tarjetas y otro grupo se encuentra cerca del techo.
La ley otorga 180 días para adecuarse y si en definitiva no se flexibiliza la norma los bancos tendrán que escoger entre un abanico de opciones que incluiría menos entrega de nuevas tarjetas y revisión del cupo disponible para cada cliente.
Analistas subrayan que en el corto plazo el impacto de la medida afectará a un número específico de bancos, pero si la economía comienza a crecer y el consumo se recupera hasta los niveles que alcanzó en 2008, la clase media sentiría en poco tiempo el efecto de la restricción y el crecimiento sufriría por el freno al financiamiento con tarjetas.
Pocos dólares
Un factor a tomar en cuenta en la decisión que tomó el Gobierno de limitar el financiamiento al consumo es que en la medida en que las familias aumentan sus compras las importaciones crecen y, los dólares para adquirirlas, ya no son abundantes como en 2008.
Las cifras del Banco Central de Venezuela señalan que la porción líquida de las reservas internacionales, es decir, los dólares colocados en cuentas bancarias o en instrumentos que permiten tenerlos disponibles de inmediato para cubrir importaciones, pagos de deuda y satisfacer en general la demanda de divisas, registra una caída importante.
Al cierre del tercer trimestre de este año las reservas líquidas ascienden a 9 mil 802 millones de dólares, una magnitud que se traduce en un descenso de 42% respecto al mismo lapso de 2009 y de 65% versus el mismo período de 2008.
Incluso el monto de las reservas líquidas es el más bajo para un tercer trimestre en los últimos nueve años.