El negocio no es rentable. La situación se agudizó en 2011 de acuerdo con representantes del sector en Carabobo. Las gasolineras siguen funcionando para no dejar sin el a la población y porque se trata de que han sido heredadas por dos o tres generaciones.
Las cuentas son claras. Propietarios de estaciones de servicio conocen la fórmula con todos sus números. Es sencilla: ellos venden a 0,09 bolívares el litro de gasolina de 95 octanos y Pdvsa les reconoce 0,33 bolívares, pero en la suma no es suficiente. Al menos de 2,5 bolívares por litro debería ser el subsidio para poder cubrir los costos operativos sin ganancia alguna. Esto significa que el pago que hace el Estado está 757,58% por debajo de lo requerido.
Lo normal es que el pago de ese reconocimiento que asume el Ejecutivo se retrase. Hasta seis meses han tenido que esperar por el depósito. La estatal tiene una deuda desde noviembre.
En los últimos cinco años las cifras están en retroceso. De 128 estaciones de servicio que funcionaban en la región han cerrado siete. Lo mismo ha sucedido con los números nacionales. De mil 830 bombas, solo quedan mil 740.
También se ha visto afectada la masa laboral. Muchos trabajadores han decidido renunciar, en la región cerca de 30% lo ha hecho y sus cargos no han sido ocupados por nadie. La nómina se ha reducido voluntariamente y eso ha permitido que cada empresa se mantenga abierta de acuerdo a sus requerimientos económicos.
La inseguridad ha sido otro factor determinante para el declive de la actividad. Solo cinco estaciones de servicio en Carabobo siguen abiertas las 24 horas del día. El resto cierra antes de la 7:00 p.m.
Fuente: El Carabobeño