Los balcánicos, en cambio, se marcharon nada más acabar el partido, con el semblante serio y una extraña sensación de no saber exactamente lo que ha fallado para no avanzar hacia las eliminatorias.
Es Serbia un equipo que funciona bajo criterios de estricta eficiencia. Tantea al rival, acomoda sus líneas, parece que le cuesta adaptarse al ritmo y la intensidad del partido y, cuando te quieres dar cuenta, te obliga a recular con un par de contras de ejecución vertiginosa. No realiza esfuerzos innecesarios, sino sólo los precisos, y eso le permite dosificarse durante todo el encuentro.
Australia, en cambio, le ocurre justo lo contrario y el resultado siempre es un fútbol vehemente, combativo, voluntarioso, de muchos despliegue físico, pero escasamente efectivo.
El partido se presentaba, por tanto, como un choque de dos estilos, en el que la selección de Pim Verbeek, la única del Grupo D que no dependía de sí misma para clasificarse, debía arriesgar más con el suyo que Serbia, feliz, extremadamente cómoda cuando además encuentra espacios para jugar a la contra.
Tras unos minutos de dominio inicial de los ‘socceroos’, el combinado que dirige Radomir Antic encontró una mina, un filón por el flanco derecho del combinado australiano, donde Carney y Neill sufrían demasiado.
Desde esa banda, Krasic protagonizó un par de acciones que pusieron a prueba los reflejos de Schwarzer, desde ahí también llegaría un remate de Ivanovic, otro de Kuzmanivic y los centros que buscaban al siempre peligroso Zigic.
Mientras tanto, Australia intentaba no perder la compostura. Con su fútbol de largo recorrido, le iba ganado algunos metros al partido, pero no lograba acercarse con peligro a la portería defendida por Stojkovic. Un cabezazo que Cahill cruzó demasiado fue los más destacado de los ‘aussies’ durante todo el primer tiempo.
Pero todo cambió tras la reanudación. Australia adelantó sus líneas, presionó más arriba y se fue en busca del milagro de la clasificación. Primero fue Culina quien avisó en un disparo cruzado y, poco después, lo haría Bresciano con dos remates lejanos que obligaron a intervenir por fin a Stojkovic.
Pero fue Cahill, el alma de este equipo, quien cabeceó a gol un balón colgado al área desde el punto de penalti a los 69 minutos. Cuatro minutos después, Holman haría el segundo con un tirazo desde la frontal.
Apenas faltaba un cuarto de hora y Serbia, que había dominado la mayor parte del choque, que había gozado de las mejores ocasiones, que había desplegado un fútbol más atractivo, estaba claramente por debajo en el marcador.
En un arrebato de fe, los balcánicos pusieron cerco a la portería defendida por Schwarzer, llegaron con peligro, les anularon un gol por fuera de juego, no les señalaron un penalti por unas manos dentro del área e incluso tuvieron opciones de darle la vuelta al partido.
Pantelic, que sustituyó a Zigic mediada la segunda parte, recortó distancias a seis minutos para el final, cuando el partido se había convertido en un inesperado correcalles por la falta de pericia australiana para dormirlo nada más hacer el segundo.
El propio Pantelic pudo empatar, pero Culina también pudo hacer el tercero. Al final, el marcador ya no se movió más. Alemania había vencido por la mínima a Ghana. Ni a australianos ni a serbios les servía el resultado final, aunque los primeros lo celebraron como si hubieran ganado el Mundial.
jm / Reporte360