Porque ser de los Tiburones, en esta temporada, trae muchas ventajas. He aquí algunas de ellas:
- Consigues entradas con menos cola.
- Si estás abonado, prácticamente tienes oro en tus manos: los fanáticos de equipos como Caracas o Magallanes pueden pagar grandes cantidades de dinero por alquilar tu silla en un juego estratégico que tú sabes está perdido.
- Dada la poca afluencia de fanáticos en esta temporada, en nuestros juegos se puede ir a los baños con más comodidad y sin estrés, pues sabes que irás rápido y sin perderte mucho del juego. Aparte, tienes más probabilidad de que encuentres un trono limpio por si hay un “llamado de la naturaleza”.
- Pasas a la historia porque podemos contarle a nuestros nietos que, en una misma temporada, fuimos dirigidos por dos de los mejores mánagers de nuestra pelota: Carlos Subero y Phil Regan.
- En un juego estás al mismo nivel de los “Unplugged” de MTV ya que tienes un toque íntimo y personalizado de la Macuto Samba Show.
- Tienes asegurados tres meses de cesta básica, pues de octubre a diciembre de este año la dieta ha sido: arepa en el desayuno, arepa en el almuerzo y palo y palo y palo en la noche.
- Filosóficamente, ser guairista te hace comprender las tres preguntas básicas del ser humano: quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es que con esta temporada, ya entendemos que somos pecadores y la tierra es un infierno en el que pagamos todos nuestros pecados para después ir a un lugar mejor.
- Pertenecer a los Tiburones es un ejercicio de ciudadanía. Te genera el temple necesario para cultivar la paciencia que tanto nos hace falta a los venezolanos. Los guairistas ahora entendemos que los cambios no son inmediatos, sino que son una suma de procesos que se dan poco a poco con el fin de irte madurando para saber asumir las victorias y los fracasos.
- Estudios indican que las personas optimistas viven más y los guairistas somos prueba de ello: sabemos ver la mitad del vaso que está llena. Para empezar, nuestro equipo tiene una cualidad en la que ninguno lo supera: cuando se trata de ser malos, somos los mejores. Esto trae como consecuencia que sepamos disfrutar momentos que otros odiarían. Por ejemplo, para nosotros, el perder por una carrera y saber que estuvimos a punto de ganarle al otro equipo, ya es motivo de alegría.
- Muchos se quejan de que los “ni-nís” no se definen ante la situación política. Bueno, eso se terminó porque si perteneces a La Guaira, todos saben que eres escualo.
- Por último, al equipo le va tan mal esta temporada que eso ya le genera una barrera protectora antipava. Es decir, nos está yendo tan mal, que si Esteban nos llegara a nombrar, sabemos que no nos podrá ir peor de lo que ya estamos. ¿O sí?
Ante estas razones, sin embargo muchos nos preguntan que si no sentimos la tentación de cambiarnos de equipo. Sinceramente uno a veces lo piensa, pues con tantas derrotas en Caracas, nos ponemos Bravos porque queremos un equipo que juegue pelota Caribe, con bateadores que tengan ojo de Águila, para que no los boten y terminen matando Tigres de Navegantes de peñero o borrachos bebiendo Cardenal. Por eso preferimos seguir siendo guairistas. Porque en el fondo, ser guairista es una forma de aprender una lección de venezolanidad: aún cuando a tu equipo le va mal y es el hazmerreír del campeonato, uno pone su granito para seguir apostando a que puede mejorar. Además, estás orgulloso de sus jugadores, su música y su historia.
Pero lo mejor de ser guairista, es el hecho de pertenecer a un equipo que ayuda a disminuir las brechas sociales venezolanas, pues en él conviven armoniosamente dualidades que muchas veces nos resultan contradictorias: la capital y el interior, la tierra y el mar, la riqueza y la pobreza… el azul y el rojo.