Durante el punto álgido de la confrontación con el Gobierno, ejecutivos de Globovisión admitieron ante diplomáticos estadounidenses que las amenazas oficiales obligaron al despido del director de la cadena, Alberto Ravell, que públicamente se presentó como renuncia del afectado, y a bajar el tono de los espacios antigubernamentales. Uno de los propietarios, Nelson Mezerhane, que finalmente estableció su residencia en EE UU, y cuya detención y entrega pidió Caracas, fue advertido por un ministro de que aceptaba las condiciones por el Gobierno o se procedería a una masiva retirada de fondos públicos de su banco, el Banco Federal, según los despachos de la embajada. Mezerhane prácticamente se vio forzado a vender el banco, y el Gobierno intervino la entidad en junio del pasado año, tras acusar al empresario de llevarse al extranjero los activos.
Funcionarios de la legación diplomática mantuvieron frecuentes contactos con accionistas, directivos y periodistas, para conocer la evolución de los choques entre prensa y Gobierno, que no parece haber olvidado la parcialidad de los principales medios de comunicación en favor del paro petrolero que, en abril del 2002, casi bloqueó Venezuela y estuvo a punto de acabar con el ex teniente coronel. Desde entonces, la ofensiva oficial se acompañó de una legislación restrictiva sobre contenidos y la apertura de acciones penales o administrativas con evidente motivación política.
La presión sobre Guillermo Zuloaga, accionista mayoritario de Globovisión, que pese a su limitada audiencia ?en torno al 4%? disfruta de una gran influencia en la conformación de la opinión pública internacional, se tradujo en el allanamiento judicial de su residencia el 21 de mayo de 2009, y la confiscación de 24 vehículos y trofeos de caza. Acusado de “usura genérica”, se le prohibió salir del país, aunque después pudo hacerlo. Zuloaga argumentó que los vehículos pertenecían a su concesionario y los tenía en casa por razones de seguridad. Los trofeos, agregó, fueron adquiridos legalmente en el extranjero. Una fuente citada por la embajada señaló que el objetivo último de las presiones era el hijo del empresario, también imputado: “Zuloaga haría cualquier cosa por la seguridad de su hijo”.
Nelson Mezerhane, cuyas acciones en Globovisión serán confiscadas, según anunció Chávez, es citado en los cables como víctima de una amenaza directa del ex ministro de Finanzas venezolano, Ramón Rodríguez, si no obedecía las instrucciones del Gobierno: “Iremos a por tu banco”, le habría advertido.
El ministro le habría conminado a comprar las acciones de Zuloaga y Ravell, este último accionista minoritario, a quien debía despedir, junto con el conductor Leopoldo Castillo, al frente de un programa titulado Aló ciudadano, la respuesta de Globovisión al programa Aló, presidente, protagonizado por Chávez, de obligada emisión.
La cantidad que supuestamente debía pagar Mezerhane a otros accionistas por hacerse con el control de la cadena era de 32 millones de dólares, de acuerdo con las cifras aparecidas en los cables. Para ganar tiempo, el banquero accedió a alejar temporalmente a Leopoldo Castillo ?se le extendieron billetes de primera clase para pasar “un par de semanas en Australia”?. Un ejecutivo dijo en la embajada que Globovisión continuaría funcionando, “sin asustar a la gente”. “Informaremos de los problemas de una manera objetiva e independiente”.
Portavoces del diario El Nacional, que pidieron la ayuda de la embajada para encontrar inversores privados dispuestos a inyectar dinero en la publicación, comunicaron la ruinosa situación del diario debido a la caída de la publicidad. Las fuentes citadas dijeron que después de la nacionalización de la cadena de supermercados Éxito, el otro diario de oposición, El Universal, había perdido el 14% de sus anuncios. “Chávez está cerca de conseguir su objetivo: domesticar o eliminar los restos de la prensa independiente en Venezuela”.
Globovisión es el único canal abiertamente de oposición, mientras que Venevisión, perteneciente al Grupo Cisneros, el más poderoso, con el 60% de la audiencia, optó por moderar su orientación antigubernamental. Lo hizo para sobrevivir. Supuestamente, se llegó a la cohabitación tras una reunión entre el Gobierno y la cadena de televisión en 2004, con la mediación del ex presidente norteamericano James Carter, amigo del magnate. Chávez había acusado a Cisneros de haber estado detrás del golpe para derrocarle en 2002. Ya en mayo de 2007, el Gobierno renovó la licencia de Venevisión por cinco años, lo que llevó a algunos directivos de otros medios a acusar a Cisneros de rendición. Mientras tanto, ejecutivos de Venevisión opinaron ante los diplomáticos norteamericanos, según los cables, que
la campaña de RCTV contra Chávez había sido “irresponsable” y que habían “sacrificado su frecuencia por nada”.
Pese a denunciar los reiterados atentados contra la libertad de expresión en Venezuela, la embajada también critica algunas de las actuaciones de Globovisión, concretamente la emisión del espacio “Buenas noches” de septiembre de 2009, con mensajes de televidentes instando a manifestarse “para derrocar al tirano” y ante la “inminencia” de un golpe “que tendrá lugar mañana por la mañana”. La legación comunicó al Departamento de Estado que “Globovisión está jugando con fuego con este tipo de mensajes, que socavan su credibilidad y le dan a Chávez una excusa para cerrarla”.
El País (España)