“Queremos vivir en paz con nuestros vecinos, los respetaremos para que nos respeten”, manifestó Santos, ante los 5.000 invitados a su investidura, entre ellos el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el canciller venezolano, Nicolás Maduro.
Santos manifestó que “sobre las diferencias ideológicas se impone el destino compartido de hermanos de historia y de sangre”, pero con los países vecinos a Colombia le unen “propósitos comunes” para trabajar por la región y sus pueblos.
“Así como no reconozco enemigos en la política nacional, tampoco lo hago en ningún gobierno extranjero”, matizó, al argumentar: “la palabra guerra no está en mi diccionario cuando pienso en las relaciones de Colombia con sus vecinos o con cualquier nación del planeta”.
En este sentido, agradeció, entre los aplausos de los asistentes, a todos aquellos que han tenido la buena voluntad de ofrecerse para “mediar en la situación con Venezuela”, pero, aseveró: “debo decir honestamente que, dadas las circunstancias y mi forma de ser, prefiero el diálogo franco y directo”.
“Y ojalá sea lo más pronto posible”, agregó, al abogar por un diálogo “dentro de un marco de respeto mutuo, de cooperación recíproca, de firmeza contra la criminalidad y de comunicación sincera y abierta”.
Porque, insistió, “las buenas relaciones nos benefician a todos, porque cuando los gobiernos disputan son los pueblos los que sufren”.
En este sentido, dijo sentirse orgulloso “de haber sido el arquitecto, en la década de los noventa, como Ministro de Comercio Exterior, de la integración con Venezuela, con Ecuador y con muchos otros países del mundo; una integración que generó cientos de miles de empleos que trajeron prosperidad y bienestar a nuestros pueblos”.
También anunció que su Gobierno pondrá en marcha “una política exterior moderna, que mire hacia el futuro, con contingentes diplomáticos que multipliquen la presencia de Colombia en los organismos multilaterales y profundicen las relaciones bilaterales”.
“El respeto, la cooperación y la diplomacia serán los ejes de nuestras relaciones internacionales”, agregó.
Para terminar sobre sus planes en política exterior, el nuevo presidente colombiano dijo que él y su equipo creen “firmemente en la unidad y la confraternidad latinoamericana, que son el legado de nuestros Libertadores y el imperativo de nuestros tiempo”.
También pidió más ayuda para Haití, porque -según dijo- mucha de esa ayuda “nunca llegó, reseñó Efe.
El ignorado
El jefe de Estado saludó a los presidentes y representantes de los Gobiernos que asistieron a su toma de posesión. Sin embargo, no nombró al canciller venezolano Nicolás Maduro.
“Tierra, agua, naturaleza y buen gobierno” son símbolos de administración que “hoy comenzamos” dijo Santos.
Reiteró que su gobierno tendrá “unidad” dentro de la “diversidad”. El primer mandatario enfatizó que “hoy reitero solemnemente que presidiré un gobierno de unidad nacional que buscará la paz social de todos los colombianos”.
Destacó la importancia de alcanzar un acuerdo en torno a “una democracia vigoriza, una nación segura y en paz”.
Agregó: “Lo dije el 20 de junio y lo repito soy y seré el presidente de la unidad nacional (…) no quiero un país sin partidos, ni controversias ideológicas” dijo al instar a los sectores de oposición y el propio gobierno a hacer críticas”.
Ratificó que apuesta a una sociedad civil con partidos y prensa libre “esa es la democracia que defendemos”.
Santos aseveró que “si queremos lograr el pleno desarrollo económico y social tendremos que construir unidad entre nosotros”.
Señaló que está “abieto” a dialogar con las FARC para poner fin a la violencia. Exhortó a la guerrilla a renunciar “a las armas, al secuestro y al narcotráfico”.
El jefe de Estado agradeció a los gobiernos y organizaciones que se han ofrecido para mediar en el conflicto con Venezuela. Precisó que desea un “diálogo franco y directo y ojalá sea lo más pronto posible”.