La primera línea estratégica de fortalecimiento del poder militar prevista por el gobierno de Chavez para el año 2004, comprendía el mantenimiento y desarrollo de la infraestructura física militar, el incremento de los contingentes, creación de nuevas unidades militares y la ejecución de un plan de reequipamiento que incluía tanto la adquisición de nuevos sistemas de armas como la recuperación de los existentes.
En materia de equipamiento, dirigida a buscar fuentes alternativas para el suministro de material militar y desarrollar una industria bélica local en consonancia con el modelo de desarrollo endógeno.
Esto último inexistente a la fecha. Tampoco el incremento de los contingentes militares de tropa, habiendo pasado el personal militar de 163.364 a 117.400 personas, según datos de la Ley del Presupuesto de la Nación 2008 y 2010 respectivamente, que incluye a la llamada Milicia Nacional Bolivariana.
Por su parte, la capacitación del personal militar ha encontrado 2 obstáculos para su cabal desarrollo: de un lado, la depuración que del personal docente de las escuelas de formación militar se ha venido haciendo desde el año 2004 a la fecha, excluyendo de nómina al profesorado visto como “opositor”, lo cual ha significado una merma en la calidad de la formación del personal militar, suprimiéndose el pensamiento crítico.
El otro ha sido el deterioro en la operatividad de los sistemas de armas, producto de dos circunstancias: la ausencia de toma de decisiones clave en el quinquenio 2000 al 2005 relativas a nuevas inversiones y planes frente a la obsolescencia previsible de sistemas de armas, y las consecuencias de la resolución estadounidense que prohibió la venta y transferencia de armamento y tecnología militar a Venezuela a partir del 2006.
Ambas circunstancias con un impacto profundo, que no dudamos en catalogar como el de la “década perdida” en el sostenimiento de la operatividad de la FAN. Amén de los malos negocios planteados con los nuevos proveedores de armas, donde las fallas en el suministro logístico son escandalosas.
Carente de un plan oficial de infraestructura de mediano y largo plazo, la FAN no dispone de resultados concretos ostensibles en el área dirigido a mejorar la calidad de vida de su personal, mejorar las condiciones de las instalaciones dedicadas a la instrucción militar y modernizar las instalaciones que demandan los nuevos armamentos.
Sin duda la concepción y puesta en marcha de 3 líneas concretas de acción para una genuina política hacia la FAN deberán concentrarse en la operatividad, la profesionalización y el bienestar de la familia militar venezolana. Ese será otro de los signos que permita identificar la era post Chávez para Venezuela (Este artículo forma parte de un escrito más voluminoso elaborado por Rocío San Miguel para la revista Diálogo Político, Año XXVIII, Nº 1-Marzo, 2011 de la Konrad-Adenauer-Stiftung).
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