Yo. Así de simple fue el título que escogió para un libro editado en cinco idiomas por Plaza & Janés en el que entró en detalles sobre su vida íntima. La publicación se coló en el puesto 5 de la lista de más vendidos, según The New York Times.
El lunes presentará un disco inclinado hacia el dance, titulado Música + Alma + Sexo, mientras prepara una gira mundial que comenzará en su natal San Juan de Puerto Rico el 25 de marzo. Luego seguirá hacia Estados Unidos y Europa y volverá a Latinoamérica a finales de año. A Venezuela vendrá: «¡Claro que sí! No sólo a Caracas, sino también a otras ciudades.» Además, tiene en mente otro reto. En 2012 volverá a Broadway, donde alguna vez participó en el montaje de Los miserables. Esta vez se trata del papel del Che en Evita, de la mano de Andrew Lloyd Webber.
–Es el disco número 12 de su carrera. ¿Qué tanto se involucra en los procesos de producción a estas alturas?
–Si te soy sincero, he trabajado con grandes maestros, y cuando te sientas al lado de esos magos lo mejor es decir que no se sabe nada, y aprender. Pero al final del día es mi disco y la última palabra la tengo yo. Quiero ir en mi carro, apretar play en el iPod y sentir diferentes emociones, y para eso hay que estar dispuesto. Esta vez escribí todas las letras, lo cual fue bastante intenso.
–¿Cómo llegó a la decisión de publicar un libro sobre su vida íntima?
–Todo se fue sumando. Quería hablar de mi fundación. Pero descubrí que lo que me llevó a tener ese deseo de crear conciencia sobre la trata humana fueron mis viajes a la India, y supe que los había hecho porque necesitaba estar en silencio después de tantos años en el medio artístico. Todo me sirvió como un proceso de purificación, en el que me di cuenta de lo importante que es la dignidad humana y la autoestima.
–¿Cree que esa nueva perspectiva, esos nuevos aires de libertad y amor propio, impregnaron el álbum?
–El disco no está dedicado a un grupo de personas en específico, no va dirigido a la comunidad de GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales). Las letras hablan de la necesidad de encontrarte a ti mismo, de romance, de cariño, sin predicar, sin dar sermones, sin prejuicios ni discriminación. Son cosas que vivimos todos en esta sociedad.
–El público quiere saber si subirá al altar. ¿Lo hará?
–Quiero que sepas que hablo de esto porque me preguntas, pero lo que quiero decir sobre mi vida privada está en el libro. Yo tengo mi opinión sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Pienso que debe ser un derecho para todos los ciudadanos del mundo, y quiero que la gente entienda que esto es una cosa de derechos básicos. Pero no me voy a casar. Tengo una relación muy estable, pero no estamos hablando de matrimonio.
–¿Cuál es el principal aprendizaje que le dejaron los años en Menudo?
–Disciplina y enfoque, viejo. Y también separar la amistad del negocio, y saber que hay que trabajar para alcanzar algo, para lograr el éxito, que las cosas no se dan mientras estás sentado. Hay que decretarlo, pero también hay que estar pilas, como dicen en Venezuela.
–¿Cómo hizo para lidiar con los vicios de la fama, como las drogas, especialmente cuando se alcanzaron ciertos picos de popularidad?
–Yo también fui joven, tuve mis fiestas y la pasé bien, pero tengo una suerte increíble de estar rodeado de un grupo de personas maravillosas, de grandes amigos de la infancia que no están en el ambiente artístico y que me recordaban siempre lo que es importante, lo simple, lo que está bien.
Algunos colegas tocaron el cielo de la fama y recurrieron a sustancias para mantener esa euforia. Pero cuando me sentía desbalanceado me desconectaba, me salía de las cámaras y volvía a casa, a mi lugar de origen.