El Real Madrid toca el cielo convertido en una máquina de ganar. Convirtiendo una final en un partido más de una racha victoriosa que no tiene fin. Veintidós encuentros consecutivos tumbando rivales que van dando forma a un equipo de leyenda. Tras cumplir el ansiado sueño de la Décima Copa de Europa conquistó por primera vez el título que faltaba en la sala de trofeos del Santiago Bernabéu.
El fútbol salió victorioso del Mundial de Clubes. El crecimiento del fútbol europeo contrasta con las dificultades económicas del sudamericano. Provoca duelos desiguales en un torneo intercontinental que refleja la realidad. Asumiéndola hay formas de recortarla y hacer sufrir al favorito. En ese apartado los conjuntos argentinos son maestros.
Era el partido de la vida de San Lorenzo. Así lo sentía y fue lo que marcó los días previos a la final tras ser un manojo de nervios en su estreno en el Mundial. No iba a regalar nada. Cada pelota la pelearía como si fuera la última, cada minuto que pasaba alimentaba una esperanza, mientras aguantase en pie al poderoso Real Madrid. Intentó llevar el duelo a un rincón incómodo para las estrellas blancas. Acudió al otro fútbol para recortar la abismal diferencia de calidad entre jugadores.
Era el partido que esperaba el Real Madrid que se ha convertido en un canto al buen fútbol, guiado por un técnico que enterró tiempos oscuros con una apuesta clara por el buen gusto. Carlo Ancelotti inculcó una filosofía que encaja a la perfección con la historia madridista. Cambió la mentalidad para, primero querer el balón, y desde la posesión mostrar un fútbol directo demoledor. Sin espacios estuvo incómodo pero con Iker Casillas como un espectador más, el triunfo era cuestión de tiempo.
Con la posesión no crearía peligro el Real Madrid. El ‘Patón’ Bauza corrigió todos los errores tácticos de la semifinal. Juntó líneas y esperó al Real Madrid. Más cómodo en este papel que en el de protagonista que debía asumir ante el Auckland City.
Jugó por momentos por encima del límite de agresividad permitido San Lorenzo. Kroos se enfadaba por una patada a destiempo, Cristiano desesperaba por la excesiva dureza y Ancelotti se quejaba amargamente desde la banda.
No debían contagiarse ni entrar en su juego. Cristiano buscaba su gol con una falta lejana a manos de Torrico y ante las continuas interrupciones con protestas de los argentinos en cada decisión del colegiado, Ramos y Carvajal cometieron errores que costaron amarillas que les condicionaban. Necesitaba el conjunto español más de James, que reaparecía alejado de su verdadera imagen. Kroos daba lección al mando, buscaba dar ritmo e Isco se ofrecía siempre pero faltaba enlazar con los de arriba. No había líneas de pase.
El balón parado era otro recurso por explotar según el partido quedaba expuesto. Las cartas sobre el tapete. El Real Madrid dominador instalado en campo rival. San Lorenzo esperando, cómodo buscando en el contragolpe la velocidad de Pablo Barrientos y soñar con que Martín Cauteruccio sumase a su pelea algún remate. Llegó un aviso con córner de Kross que peinó Bale y el balón se paseó por zona de peligro sin que un rematador prolongase la jugada.
Eran momentos en los que el Real Madrid subía el ritmo cuando apareció de nuevo Sergio Ramos vestido de salvador. El héroe de la Décima lo volvió a repetir. La rosca perfecta de Kroos en el córner encontró el poderío del camero en el juego aéreo. El defensa con alma de goleador remató con el corazón a la red y cambió el guión.
San Lorenzo ya estaba obligado a atacar y los espacios, tan bien aprovechados por la velocidad de la BBC (Bale, Benzema, Cristiano), permitirían al Real Madrid reencontrarse con su verdadera imagen en el segundo acto. No tardó en castigar a su rival con fallo garrafal de Torrico.
Apareció Isco para poner su magia en el pase entre líneas a Bale. Controló y chutó con la zurda sin colocación pero encontró el error en la postura de Torrico al intentar atajar la pelota. El galés tenía papel de protagonista principal en una nueva final en 2014, la tercera con gol tras la Copa del Rey y la Liga de Campeones.
El segundo tanto era el punto final al partido. San Lorenzo, inoperante en ataque, no tenía fútbol para remontar. Suficiente mérito tenía su presencia en Marruecos tras premiar su crecimiento con una Libertadores inolvidable. Sin poder más en el verde la exhibición llegó en la grada donde sus 12.000 seguidores dieron una lección.
Antes del fin hubo tiempo para que Casillas apareciese con una buena parada a disparo de Kalinski y otra a Mercier. El travesaño evitaba el doblete de Bale en un centro envenenado pero ya era lo de menos. El Real Madrid ya había conquistado el mundo con superioridad.
Tres jugadores del Real Madrid recibieron galardones tras finalizar el Mundial
Sergio Ramos, defensa del Real Madrid, autor del primer gol blanco en la semifinal y en la final del Mundial de Clubes ha sido galardonado con el Balón de Oro al mejor jugador del torneo.
Ramos recibió el premio de manos del presidente madridista, Florentino Pérez, una de las autoridades presentes en los actos posteriores al torneo, en el césped del Gran Estadio de Marrakech, escenario de la final.
Cristiano Ronaldo, delantero del Real Madrid, recibió el Balón de Plata e Ivan Vucelich, del Auckland City, el Balón de Bronce, mientras que Iker Casillas, guardameta del campeón, salió a recoger el premio al Juego Limpio.
Ficha técnica
2 – Real Madrid: Casillas; Carvajal (Arbeloa, m.73), Pepe, Sergio Ramos (Varane, m.89), Marcelo (Coentrao, m.43); Kroos, Isco, James; Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema.
0 – San Lorenzo: Sebastián Torrico; Julio Buffarini, Yepes (Cetto, m.61), Kannemann, Emmanuel Más; Néstor Ortigoza, Juan Mercier; Enzo Kalinski, Gonzalo Verón (Romagnoli, m.57), Pablo Barrientos; y Martín Cauteruccio (Matos, m.68).
Goles: 1-0, m.37: Ramos. 2-0, m.51: Bale.
Árbitro: Walter López (Guatemala). Amonestó a Ramos (22), Carvajal (30) por el Real Madrid; y a Ortigoza (12), Barrientos (16), Buffarini (55) y Kannemann (85) por San Lorenzo.
Incidencias: final del Mundial de Clubes disputado en el Gran Estadio de Marraquech, con 38.345 seguidores en sus gradas.