Pero cuando se trata de amor y lujuria surge la paradoja de por qué las personas en relaciones estables resisten la posibilidad de tener placer sexual, incluso cuando pueden hacerlo sin ser descubiertos.
El psicólogo Gian Gonzaga invitó a 60 estudiantes de la universidad de California que estuvieron en una relación estable por lo menos tres años, a observar fotografías de chicos o chicas sexys sacadas de un sitio en Internet.
Tras escribir un ensayo corto sobre lo que les gustó de la persona en la foto, Gonzaga dividió a los participantes en tres grupos.
El primer grupo escribió un ensayo sobre el momento en el que tuvieron el sentimiento más fuerte hacia su pareja actual, el segundo escribió sobre su encuentro sexual más intenso y memorable y al tercer grupo se le pidió que escriba sobre lo que quisiera.
A todos los estudiantes se les dijo que no piensen en la foto que vieron antes, pero cada vez que la imagen les venía a la memoria debían notificarlo.
El grupo que se enfocó en el amor y no en la lujuria pensó tres veces menos en la foto que el grupo que describió su encuentro sexual más intenso.
Los que escribieron de un tema libre al parecer no podían sacar de su mente las fotos y notificaron estar pensando en ello seis veces más que el primer grupo. «Sentir amor por tu pareja parece hacer menos atractivo al resto de gente», aseguró Gonzaga al boletín de la universidad.