Autor del libro “Sexus Economicus”. Denoël es uno de los hombres que mejor conoce los secretos y debilidades de la clase política y económica francesa. Como investigador, también publicó -en colaboración con Gordon Thomas- “El libro negro de la CIA” y “Las guerras secretas de Medio Oriente”.
El descubrimiento del libertinaje que existe en la clase dirigente surgió a partir del encarcelamiento del director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, acusado de haber violado a una empleada de limpieza del Hotel Sofitel de Nueva York.
Aunque es un secreto a voces en los círculos dirigentes, gran parte de la opinión pública recién descubrió en ese momento que “existen centenares de casos análogos entre los políticos y empresarios”.
La hiperactividad sexual de los dirigentes tiene, al parecer, una explicación científica: los sociobiólogos afirman que los hombres de poder tienen una libido superactiva comparada con el resto de la población masculina. “El poder es un gran afrodisíaco”, decía Henry Kissinger.
En Francia “hay numerosos dirigentes sexodependientes”, asegura Denoël. Su libro describe con lujo de detalles los casos de importantes líderes que han protagonizado pequeños o grandes escándalos sexuales. Uno de los episodios más picantes fue la presencia de un ministro de Economía, que luego ocupó la presidencia de la República, atrapado desnudo en medio de una pelea entre dos prostitutas lesbianas en un prostíbulo de lujo. Si bien Denoël no cita el nombre del protagonista, los lectores identifican fácilmente a Valéry Giscard d’Estaing. Luego, cuando ejerció el poder, se le atribuyeron numerosos “affaires” extraconyugales con dos actrices, una fotógrafa y una aristócrata. A pesar de ese pasado, en el debate frente a François Mitterrand en 1981 insinuó claramente que el dirigente socialista tenía una relación extraconyugal y una hija secreta.
Mitterrand, que tuvo decenas de relaciones sentimentales conocidas antes de llegar al poder, no cambió durante los 14 años que ocupó el Palacio del Elíseo (sede de la Presidencia). Invitaba a sus amantes a tomar el té en sus departamentos privados, pero antes de hacerlas subir tenían que aguardar en la sala de espera, un gesto probablemente destinado a exhibir sus conquistas.
Historias similares circularon también sobre Jacques Chirac. Incluso su mujer, Bernadette, reconoce en sus memorias la fama de “chaud lapin” (conejo caliente) que tenía su marido. También admite que en una oportunidad Chirac estuvo a punto de abandonar el hogar familiar para irse a vivir con otra mujer.
Nicolas Sarkozy no fue la excepción. Durante el periodo de celibato que transcurrió entre la separación de Cecilia Ciganer y el momento en que conoció a Carla Bruni, el actual presidente tuvo varias aventuras con figuras del “jet-set” y con una famosa presentadora de televisión.
Ejemplos similares existen entre diputados, senadores, políticos de menor envergadura y empresarios. Incluso la presunta violencia de DSK no constituye una novedad: en 1996 la amante del dirigente Patrick Balkany -uno de los íntimos de Sarkozy- lo denunció ante la justicia de haberla obligado a hacer una felación bajo la amenaza de un arma. La denuncia fue finalmente abandonada.
Tampoco faltan los ejemplos sórdidos: en 2004 un consejero del primer ministro Jean-Pierre Raffarin fue detenido con una prostituta menor de edad. Otro político -no identificado- fue sorprendido “in flagranti” por la Policía en el “Bois de Boulogne”, donde por la noche se concentran los travestis de París.
– ¿Cómo se explica la “omertá” que existe en Francia sobre los escándalos sexuales de sus dirigentes?
-Sería más preciso hablar de indulgencia. Existe una tradición cultural que considera el sexo como un signo de dinamismo.
Forma parte de los atributos de poder y de la tradición libertina de los monarcas y, por extensión, de la clase dirigente. Henry IV tuvo 32 amantes y más de 500 relaciones fugaces.
-¿No es indulgente invocar el “respeto de la vida privada” para ocultar los escándalos?
-En Francia nadie juzga ni censura la cantidad de relaciones que pueda tener un dirigente, pues -mientras no degenere en un escándalo- está considerado como un episodio de su vida privada. El problema aparece cuando se transforma en un elemento de fragilización.
-¿En qué circunstancias?
-Cuando esas imprudencias tienen consecuencias graves que pueden desestabilizar a un Gobierno o una empresa. Una de las armas más viejas y más frecuentes de la política -y ahora de la guerra entre empresas- es utilizar las llamadas “trampas de miel”: explotar la debilidad de los dirigentes para hacerlos seducir por una mujer, cuya verdadera misión es el espionaje o la manipulación.
En sus memorias tituladas “La puta de la república”, Christine Deviers-Joncour relata que una de sus misiones como amante del excanciller Roland Dumas consistía en hacerle orientar la diplomacia francesa en beneficio de empresas como Thomson o la petrolera Elf.
Denoël reconoce que la repercusión que tuvo el caso DSK puede incitar a las víctimas de otros episodios similares a presentarse ante la justicia. Como haciendo eco a sus palabras, dos exempleadas de la alcaldía de Draveil acusaron de acoso sexual al actual secretario de Administración Pública, Georges Tron, que el domingo tuvo que resignarse a presentar su renuncia.
“Francia no es el único país donde existen escándalo políticosexuales. Alcanza con mirar los casos de Italia, Gran Bretaña o España”, afirma Denoël. Sin embargo, reconoce que -poco a poco- “el periodismo e internet están rompiendo la ley de silencio que existía hasta ahora”.
“Hoy sería impensable que se repitiera un caso como el de la hija secreta de Mitterrand.
Dejó de ser un caso limitado a su vida privada cuando empezó a generar gastos desconsiderados que, en definitiva, eran pagados por el contribuyente. Por otra parte, fue el detonante de una serie de derivas que son inadmisibles en un Estado democrático. En un momento, la célula antiterrorista del Palacio del Elíseo colocó bajo espionaje telefónico a centenares de personas que presuntamente conocían el secreto y se preparaban a divulgarlo”, explicó.
“Por eso pienso que algunos grandes casos que se mantienen en secreto -tanto de la esfera política como económica y tanto de izquierda como de derecha-, no tardarán en salir a la luz pública”, estimó.
“Creo que a partir de ahora -concluyó-, en Francia empezamos a dirigirnos progresivamente hacia un procedimiento más anglosajón y una doctrina más severa de tratar los escándalos de violación o acosos sexuales protagonizado por los hombres de poder”.