El cantante Prince -que falleció el pasado jueves en Minnesota- habría contraído el virus VIH en la década de los noventa, pero se negó supuestamente a recibir tratamiento debido a sus creencias religiosas como Testigo de Jehová, razón por la cual su condición empeoró hasta desarrollar sida, tal y como le habrían diagnosticado el año pasado, según informa el National Enquirer.
«Estaba en muy baja forma. Los doctores le explicaron que el resultado de sus análisis de sangre era preocupante y que su temperatura corporal estaba por debajo de los 37 grados. Tenía anemia, se sentía débil y en ocasiones también desorientado. Apenas comía, y cuando lo hacía siempre acababa vomitando», aseguran ahora amigos del intérprete al tabloide.
Sin embargo, Prince habría tranquilizado a sus allegados asegurándoles que no necesitaba ningún medicamento porque contaba con la ayuda de Dios: «Dios puede curarme y lo hará»
Tras ser diagnosticado con el virus, los miembros de la congregación de Prince le habrían convencido para que no se sometiera a tratamiento.
«Le dijeron que contaba con la vida eterna y que su fe le había curado. Pero los síntomas reaparecieron y entonces ya era demasiado tarde para comenzar el tratamiento. Esperaba poder sobrevivir al verano, pero su sistema inmunitario estaba muy débil», añadió una fuente.
Se cree que la estrella de la música sufrió una sobredosis a bordo de su jet privado seis días antes de su muerte debido a la gran cantidad de calmantes que tomaba para lidiar con los síntomas de su condición y con el dolor que le provocaba su problema crónico de cadera.
Según sus amigos, Prince era consciente de que se estaba muriendo y ya había comenzado a organizar los preparativos de su funeral.
La autopsia que se le realizó la semana pasada confirmó que había ninguna evidencia de trauma o violencia antes de su muerte.