A pesar de que lleva desde noviembre de 2008 sin perder (11 victorias y 5 empates), Portugal no puede estar satisfecha con este marcador, que complica sus aspiraciones de superar el Grupo G.
El resultado del duelo, disputado en Estadio Nelson Mandela de Port Elizabeth, obliga a ambos equipos a ganar a Corea del Norte, y por la mayor cantidad posible de goles, e intentar sacar algo positivo de su enfrentamiento contra Brasil, ya que, teóricamente, entre ellos lucharán por la segunda plaza.
Ante Costa de Marfil, Cristiano no logró acabar con la sequía goleadora que sufre con Portugal desde hace 16 meses, lo que incrementa la presión que siente sobre su influencia en el juego y resultados del equipo nacional.
El partido no fue bien desde el principio para Portugal, que no supo cómo jugar a Costa de Marfil, a pesar de contar la ventaja de que su estrella, Didier Drogba, inició el partido en el banquillo, aunque fue autorizado a jugar con un protector en su brazo roto.
La selección de Carlos Queiroz volvió a demostrar sus problemas de creación de juego y, con todos los jugadores de Costa de Marfil defendiendo detrás de la pelota y con las líneas muy juntas, el mediocampo luso no encontró la forma de abrir espacios.
Los «elefantes» querían un partido vivo y con un carácter eminentemente físico, en el que Portugal sufriera el desgaste psicológico de no poder penetrar en su defensa y aprovechar las ocasiones que el juego le iba dando.
Las ocasiones empezaban a llegar de uno otro y otro bando, aunque Costa de Marfil creaba más peligro por medio de Gervinho, que era el más incisivo de los jugadores africanos.
Drogba, que había salido en el minuto 66, puso a los numerosos aficionados portugueses en vilo con una última oportunidad en la que decidió pasar cuando lo tenía todo para disparar a puerta.
Los últimos intentos marfileños por romper el marcador se quedaron en nada y los dos equipos tendrán que empezar a hacer cálculos sobre sus posibilidades de pasar a octavos de final.
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