Parece una buena idea. Has llegado tarde a casa, apenas te queda ropa interior limpia y los programas de tu lavadora duran varias horas. ¿Por qué no dejarla puesta por la noche para tender por la mañana? Todos lo hemos hecho en alguna ocasión sin pararnos a pensar que es una malísima idea.
Cuando la británica Emma Palmer escuchó la alarma antiincendios de su casa pensó que su hijo adolescente se estaba haciendo una tostada, pero al salir de su habitación se dio cuenta que el problema era mucho más serio: la casa estaba llena de humo. Como cuenta The Daily Mail, Palmer despertó a su hijo y se encerraron en su dormitorio colocando una toalla en el quicio de la puerta para impedir la entrada del humo. Pronto llegaron los bomberos y les sacaron de allí.
Gracias a que sabían cómo comportarse en caso de incendio, Palmer y su hijo salvaron el pellejo, pero el piso inferior de su casa quedó destrozado. La razón: la secadora, que estaba en funcionamiento, había provocado el incendio. Tras una completa investigación, los peritos llegaron a la conclusión de que el electrodoméstico había tenido un fallo eléctrico y no se apagó cuando debería haberlo hecho, al finalizar el programa. El tambor siguió girando y girando, se sobrecalentó y acabó prendiendo.
Tras una dura negociación, la empresa fabricante de la secadora, Hotpoint, aceptó pagar a la familia Palmer una compensación de más de 15.000 libras. Pero ¿qué habría pasado si no hubieran actuado a tiempo? ¿Puede nuestro electrodoméstico darnos un disgusto semejante?
fuente.msn