Del mismo modo, tal como lo reseña el portal web en el caso de Ángel Pocaterra acusado de abusar sexualmente de seis mujeres, al cual le dieron 50 puñaladas, le introdujeron un palo por el ano y lo decapitaron. En todos los casos el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) abre una averiguación que se topa con las mismas declaraciones de los interrogados: nadie fue, nadie vio nada.
A su vez, esta sui generis ley, justicia popular como la reivindican algunos, forma parte del cuadro de violencia y descomposición que caracteriza a los 32 centros de privación de libertad en Venezuela. Según las estadísticas, recopiladas por el Observatorio Venezolano de Prisiones, durante el año 2006 murieron violentamente por lo menos 412 presos en el país, mientras que 982 resultaron heridos.
Por otra parte, mientras que no en todos los casos los justiciados son culpables, muchas veces a las personas le caen a brutales golpes para luego decapitarlos. Estos hechos se conocen luego que ya haya muerto el recluso tal como es el caso de un ciudadano de origen peruano que es acusado de ser un violador en serie, a los tres días de su reclusión es violado y linchado por sus compañeros de celda y luego del mes se comprueba su inocencia pero lamentablemente ya era demasiado tarde. Esto según lo reseñado en el portal web www.taringa.net.
Finalmente, existen muchas personas privadas de libertad que por impericia y mala praxis judicial, encarcelan a gentes que no en todos los casos son culpables, existen errores judiciales y policiales que se cumplen y luego de la sentencia judicial a los años se dan cuentan que era inocente, cabe hacerse una pregunta, ¿ahora de que sirve darse cuenta de que era inocente? Si en muchos de los casos estos privados de libertad los matan o pasan gran parte de sus vidas en prisión.
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