Desde hace ocho años trabaja en la Seguridad Pública del Distrito Federal de (SSPDF). El fin de semana pasado él y su compañero vigilaban la colonia Atlampa, en la delegación Cuauhtémoc, cuando recibieron una alerta de que en calles aledañas sujetos estaban disparando al aire.
Se dirigieron a Nopal y Pino para percatarse que tres hombres se metieron a una vecindad. “Bajamos de la patrulla y los seguimos”, dijo el oficial. En medio de la oscuridad decidieron entrar al recinto, al tiempo que pedían apoyo a la central de la corporación.
Mientras inspeccionaban el área, se escucharon tres tiros. Uno de ellos se impactó contra Alejo Lino, pero él no se había dado cuenta hasta que “empecé a oler como a quemadito… me agaché y vi que me habían pegado en el teléfono”.
Un proyectil 9 mm que iba al pecho rompió totalmente su celular, atravesó la pila y ya sin velocidad se detuvo en el chaleco antibalas. Tras el ataque, compañeros llegaron al inmueble pero sin poder detener a los agresores, pues había escapado.
Tras contar su historia, ve su Black Berry destruida. Pero no se amilana. Decidió que no le diría a su familia ni a su novia, porque se “ponen nerviosos (…), además, para eso nos pagan”.
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