Carmona, protagonista importante de esos días, señaló para el diario que el hecho que trajo de vuelta al primer mandatario el 13 de abril, no fue el decreto que leyera y en el que disolvía todos los poderes contituidos para ese entonces, sino la “falta de cohesión” en el grupo de militares que sostenían las negociaciones con el presidente.
Entre otros temas, Carmona habla de la situación actual del país, sobre todo de cara a las elecciones parlamentarias de septiembre y del “clamor” d ela población para que los factores que adversan al gobierno llegue a acuerdos unitarios.
A continuación, el trabajo presentado por el diario El Mundo:
En abril de 2002, tras una serie de protestas de la oposición, se produjeron unos turbios y violentos incidentes con el resultado de casi una veintena de muertos, que llevaron a la destitución de Hugo Chávez y a la formación de un Ejecutivo de carácter provisional que presidió el líder empresarial Pedro Carmona.
El objetivo de aquel Gobierno era liderar un proceso de cambio político y convocar elecciones en tres meses. Tras tres días de dura crisis, e incluso de enfrentamientos serios en la cúpula militar que por poco degeneran en contienda, el capítulo se cerró con el regreso de Chávez a Caracas vitoreado por los suyos, y la salida del Ejecutivo de transición.
Pregunta.- ¿Qué balance hace de estos 11 largos años de chavismo?
Respuesta.- Yo destacaría que se ha ido definiendo un régimen de clara orientación autocrática, que trata de implantar lo que denomina como «el socialismo del siglo XXI». Un sistema que no es otra cosa que la emulación del régimen cubano bajo una inspiración militarista, desde luego de izquierdas, con espacios que se van cerrando al pluralismo político. Es decir, un régimen que se aleja de los principios establecidos en la Carta Magna, aprobada por el propio Gobierno y sometida a referéndum en el pasado. Y yo diría que hasta el punto de que muchísimas de las decisiones, leyes y decretos que se han aprobado están de espaldas al texto constitucional. En 2007, además, se rechazó un cambio fundamental de esa Constitución y se le dio un aviso serio al Gobierno de que no iba en la dirección adecuada.
P.- Pasado el tiempo, aquella iniciativa de 2002 para cambiar el régimen, ¿no cree que fracasó por la desunión del Ejército?
R.- Fue un error capital no sacar a Chávez del país, quizá el más importante de los que cometimos en esos momentos. No fue el decreto de formación del ejecutivo, como sostienen algunos, sino la falta de criterio a la hora de actuar en este asunto. El grupo militar que mantenía el diálogo con el presidente saliente estaba dividido y esa falta de cohesión fue fatal, pues se precipitaron las cosas y Chávez anunció al mundo que no había renunciado, sino que estaba retenido en contra de su voluntad.
P.- Chávez acusa a Aznar y a Bush de estar detrás de aquellos acontecimientos, ¿hay algo de cierto?
R.- No hubo ni tiempo para buscar apoyo internacional, y la única expresión que hubo por nuestra parte se refería al restablecimiento de la institucionalidad. Nosotros incluso nos pusimos en contacto con la Organización de Estados Americanos para que en nombre de la Carta Democrática se hiciera garante del proceso que estábamos poniendo en marcha. Se lo comunicamos al secretario general y reclamamos una misión urgente de dicha organización.
P.- ¿Pero sí hubo una iniciativa española para sacar a Chávez de Venezuela?
R.- No fue española, al menos yo no tuve conocimiento. De la que sí tuve conocimiento es de la de Fidel Castro, que consultó a algunos embajadores en La Habana para que dispusiesen de algún avión por si llegado el caso había que sacar a Chávez al exterior, más concretamente a Cuba, donde se exiliaría teóricamente. La iniciativa fue cubana, al menos la que yo conozco. No sé de otras. Sin embargo, como decidimos que no saliera del país y que fuera juzgado según las leyes venezolanas, esa iniciativa no cuajó y nunca se llevó a cabo. Luego, todo se fue debilitando y el proceso de provisionalidad no se consolidó.
P.- ¿Cómo ve el futuro del país?
R.- En estos momentos la unidad de la oposición no sólo es un imperativo histórico, sino un clamor de la población, que desea que se abran vías de cambio por los procedimientos democráticos. Hay que reconocer que la unidad opositora es compleja porque hay fuerzas de todos los signos políticos, pero la responsabilidad ante el país es tan grande que yo no sólo aspiro a que la Mesa de la Unidad que hoy está tratando de lograr las candidaturas únicas para las elecciones de septiembre alcance y logre ese proyecto con candidatos idóneos y que sean los mejores. Además, espero que se vaya conformando lo que el país desea: un mensaje y una propuesta alternativa para Venezuela diferenciada claramente de lo que ofrece el régimen. En el pasado, al fracasar este proyecto unitario, se perdieron espacios políticos importantes en las elecciones a alcaldes y gobernadores; perdimos cargos institucionales por esa falta de unidad frente a la maquinaria oficialista.
P.- ¿Cree que Chávez nunca dejará pacíficamente el poder?
R.- El presidente Chávez hace ver que busca la legitimidad democrática y electoral, aunque hay indicios de que no parece que vaya a aceptar resultados adversos y, sobre todo, que se celebren elecciones transparentes y limpias, en el sentido de que si se produjera una derrota del chavismo, a renglón seguido habría una confrontación. Existe esa preocupación acerca de la verdadera disposición de Chávez de aceptar las reglas de juego, inclusive las electorales; ya en el año 2007 hubo un intento de desconocer un proceso electoral y en el referéndum de 2004 ocurrieron acontecimientos parecidos.
P.- ¿Qué resultado espera de los comicios legislativos de septiembre?
R.- Hay un ambiente político deteriorado en el país. Se están produciendo detenciones y hay un entorno claramente negativo, por las persecuciones y la dura represión que se vive. El régimen está apretando y atacando duramente a la disidencia, de una forma que siembra el temor y el silencio de una oposición a la que se le quiere atemorizar desde el poder. Se trata de disuadir a la oposición para que no mantenga el pulso con el poder. No debemos descartar un endurecimiento del régimen y que la represión se acreciente. Existen demasiados elementos negativos para profetizar el futuro, como el proceso de rearme del país en un momento en que lo que se demandaría es lo contrario. Aun con estos elementos, y denunciando un posible fraude, tenemos que ir a las elecciones y la oposición debe ser capaz de dar una respuesta al país, aunque sea en clara desigualdad electoral frente al régimen. No podemos desperdiciar esta oportunidad histórica.