El 11 de septiembre de 2001 la Gran Manzana perdió a casi tres mil inocentes tras un ataque que cambió al mundo dentro y fuera de Nueva York.
Sin embargo, este décimo aniversario, además de por la revitalización del distrito financiero o la inauguración del esperado monumento a las víctimas, está marcado por la noticia que el pasado 1 de mayo dio al mundo el presidente Barack Obama: Estados Unidos había cumplido la amenaza y Bin Laden había sido eliminado.
Esa noche de domingo, la «zona cero» vio cómo se descorcharon botellas de champán para celebrar una noticia que muchos esperaban desde hacía años, especialmente quienes perdieron padres, hijos, maridos, mujeres o simplemente amigos en unos ataques que siguen pareciendo de ciencia ficción.
«Claro que me alegré con la noticia. Obtuvimos algo de justicia y era algo que necesitábamos», explica a Efe el presidente de la asociación de las familias de las víctimas del 11-S, Lee Ielpi, bombero retirado que acudió al World Trade Center a ayudar y perdió a su propio hijo, también bombero.
Ielpi reconoció, sin embargo, que, pese al alivio que trajo la muerte de Bin Laden, este país seguirá todavía bajo la amenaza terrorista: «Finalmente encontramos y eliminamos a Bin Laden, pero ahora ¿qué es lo que cambia?. Ya hay quien lo ha reemplazado y posiblemente nos tenga más odio. ¿Qué es lo que hemos conseguido?».
El próximo 11 de septiembre los neoyorquinos recordarán así de nuevo el día en que descubrieron que su ciudad era vulnerable al terrorismo y se enfrentarán un año más al tremendo recuerdo de ver como caían las Torres Gemelas.