El glutamato monosódico o GMS es un potenciador del sabor que se usa en las comidas asiáticas y en alimentos procesados. También conocido como «umami”, es uno de los cinco sabores básicos reconocidos por la cocina asiática, junto con el sabor amargo, dulce, ácido y salado, y representa algo sabroso, que induce a la salivación, estimula la garganta, el paladar, y la parte posterior de la boca.
Diversos estudios han demostrado que el GMS puede acarrear problemas de salud en el corto y en el largo plazo.
¿Qué es el GMS?
El GMS es un aditivo que mejora el sabor de algunos alimentos procesados. Hace que las carnes procesadas y la comida congelada tenga un sabor más fresco, que los aderezos tengan un mejor sabor y le quita el sabor metálico a los alimentos enlatados.
En términos químicos el GMS contiene un 78% de ácido glutámico libre, 21% de sodio y hasta 1% de contaminantes.
Básicamente, GMS “engaña” a nuestro cuerpo haciéndonos creer que la comida sabe mejor, y que es más sana y más rica en nutrientes.
¿Por qué debemos evitar consumir GMS?
Diversos estudios han demostrado que el GMS podría estar asociado a dolores de cabeza, migrañas, espasmos musculares, nausea, alergias, anafilaxis, ataques epilépticos, depresión e irregularidades cardíacas, si se consume en exceso. Ya que es una neurotoxina, a largo plazo podría dañar el sistema nervioso y sobre-estimular las neuronas llevándolas a un estado de agotamiento. Asimismo, consumir alimentos con GMS hace que los niveles de glutamato en la sangre sean más altos de lo aconsejado, y si estos niveles se mantienen elevados, a largo plazo el glutamato se filtraría en el cerebro causando y diversos malestares físicos.
El consumo regular de este aditivo se asocia a efectos secundarios tales como mareo, nausea, sudación, debilitamiento, taquicardia y dolor de pecho, entre otros. Y si bien se sigue utilizando masivamente en miles de alimentos procesados, la cantidad de investigaciones a propósito de sus efectos nocivos sigue creciendo.
¿Cómo no consumir GMS?
Para evitar consumir GMS es importante comprar frutas, verduras y carnes frescas, si es posible de origen orgánico o de productores locales y evitar lo más posible consumir alimentos procesados. Antes de comprar cualquier producto procesado (salsas, galletas, alimentos congelados y comida chatarra) es imperativo leer las etiquetas. En ocasiones etiquetan al GMS de otra manera o es uno de los compuestos de: la proteína texturizada, el alimento para levadura, el concentrado de proteína de soya, la gelatina o el nutriente de levadura.
Los alimentos bajos en calorías o los que están enriquecidos con vitaminas, el almidón y jarabe de maíz, el jarabe de arroz y la leche en polvo, también contienen rastros de GMS.
Es importante también las etiquetas de productos no-alimenticios. Algunos cosméticos, jabones, acondicionadores y champús también contienen pequeñas cantidades de este nocivo producto.