Shun pesaba 67 kilos cuando sus padres le matricularon a un campamento para adelgazar en el “Gimnasio de Pekín” y en 15 días, de los 29 que dura la actividad, tras correr sobre la cinta, hacer pesas y practicar aerobic, entre otros ejercicios, bajó hasta los 61,5.
Este pequeño se levantaba cada día a las 7.00 de la mañana en un hotel de tres estrellas próximo al centro de deporte, donde a las 9.30 comenzaba a ejercitarse durante dos horas y regresaba a las 13.45 para realizar más actividades en el mismo tiempo.
Los padres de Shun le apuntaron a este campamento tras enterarse de que tenía el hígado graso y superaba los estándares de peso.
“Me gustan las hamburguesas, las patatas fritas y la pizza e iba tres veces por semana al McDonald’s y al Kentucky Fried Chicken”, contó a Efe Shun, que durante el campamento se alimentó de sopas, arroz blanco, verduras, carne de vaca y pollo.
Shun, que en el tiempo libre de la actividad hacía deberes, veía la televisión, se conectaba a internet o practicaba algún deporte, confesó que le apetecería volver a tomar comida rápida, pero sabe que no podrá porque su madre se lo ha prohibido.
El número de niños con sobrepeso u obesos en el gigante asiático alcanzó el año pasado los 12 millones, lo que supone un tercio del total en todo el mundo, según un estudio de la Asociación China para la Nutrición de los Estudiantes y la Promoción de la Salud.
Los expertos atribuyen este sobrepeso y obesidad al rápido crecimiento económico de China, al cambio de los hábitos alimenticios, a la comida rápida y al incremento de una vida sedentaria, que también han afectado a los adultos entre los últimos 20 y 30 años.
Los datos oficiales más recientes, del 2004, citados por la agencia de noticias Xinhua, señalan que el número de personas con sobrepeso en China (país con 1.300 millones de habitantes) en 2002 era de 200 millones, un 39 por ciento más que en 1992.
Una de las medidas desarrolladas en China para luchar contra el sobrepeso y la obesidad son los campamentos para adelgazar como al que acudió Shun, uno de los más de 60 alumnos que desde principios de julio participaron en esta actividad.
En este campamento, ofrecido a chavales de entre 9 y 17 años y también a los mayores de edad y extranjeros, los matriculados suelen perder una media de entre 7 y 11 kilos en 29 días.
La oferta del “Gimnasio de Pekín”, cuyo coste es de 9.480 yuanes (1.393 dólares, 1.095 euros), se extiende durante todo el año y es en julio y agosto cuando más niños acuden.
“También vienen durante las vacaciones invernales por el Año Nuevo Chino y en primavera y otoño también pueden venir, pero tendrían que abandonar la escuela”, explicó a Efe Yu Haitao, uno de los tres monitores de Shun.
Yu, de 29 años y entrenador de este campamento desde hace tres, comentó que la mayoría de los niños que acuden lo hacen obligados por sus padres.
Los chavales, cuidados las 24 horas por los tres monitores, pueden ver a sus padres sólo una o dos veces por semana cuando éstos les visitan y algunos ni tan siquiera los ven porque sus progenitores viven en otra provincia.
La madre de otro alumno de Yu, Gao Xiaohe, de 40 años, dijo a Efe que está “contenta” de haber llevado a su hijo, Lin Junjie, de 12, a este campamento.
“Mi hijo mide 1,70 metros, pesaba 92 kilos y bajó 10 en 29 días”, explicó.
Junjie también tomaba comida rápida antes de ir al campamento, pero con menos asiduidad que Shun, y su madre aseguró que no cree que esto fuese la causa de su obesidad, sino el exceso de alimentación recibida en casa por ser hijo único.
“Le apuntamos porque sus compañeros de escuela se burlaban de él”, añadió.
Shun, Junjie y el resto de matriculados en este campamento recibieron al término de la actividad un disco compacto con instrucciones sobre qué comer y qué ejercicios hacer para no volver a engordar, sabiendo que tendrán que resistirse a la tentativa comida rápida y despedirse de la exclusiva vida sedentaria para mantenerse en forma.
EFE