Esa vez, buena parte de sus más cercanos colaboradores entre los que estaban además de sus familiares y edecanes una tríada de ministros y el vicepresidente Elías Jaua, sabían lo que había pasado con la salud del primer mandatario. De allí su preocupación al saber que aquel toro, aquel animal político, aquel líder y caudillo de una revolución que aún no termina de tragarse a las 27.150.095 de personas -que dice el INE habitamos el territorio venezolano- estaba herido y enfermo.
Nicolás Maduro, su canciller, fue el encargado de acompañarlo todo el tiempo y se esforzó por aparecer siempre a su lado. Tanto lo hizo que aquel alto y fornido personaje -que alguna vez en Yare se lo presentó Iris García para que fuera su guardaespaldas- llegó a creerse su heredero y por eso lo pasó a candidato a la gobernación de Carabobo (por cierto que estos días lo encontraron de reposo por una molesta, pero sencilla, operación en La Habana y por ello Chávez dijo que estaba de viaje). Nadie más osó interponerse entre el caudillo y su salud. El mismo Chávez se encargó de anunciarnos en reiteradas oportunidades que estaba curado y que ello se lo debía a cristos, santos, santas, vírgenes, venerables y espíritus de diversas índoles y ceremonias nocturnas. Cuando ahora se pretendió tapar de nuevo la enfermedad recurrente -algo que habíamos escrito podía pasarle al decir, varias veces, que no le había hecho caso a sus médicos, su familia cercana ni a sus amigos cubanos, brasileros, argentinos y paraguayos pues lo único que quería era ganar la elección del próximo ¿octubre?- de nuevo puse a moverse a mis serias y creíbles fuentes externas. Pues las de adentro del país, las del gobierno, ni siquiera estaban enteradas de lo que acontecía a su jefe absoluto. Por eso ni contesté las negaciones e insultos que cuestionaban mi información pues estaba seguro que más temprano que tarde sería el mismo paciente impaciente quien confirmaría que estaba en lo cierto y -como en la primera vez- sin ánimo de ofenderlo y más bien deseándole una pronta recuperación para que lidie en la contienda democrática que encontrará a los partidos de la unidad democrática más unidos que nunca antes.
La molestia de los dirigentes rojos y sus chupamedias y cagatintas mediáticos es la de haber quedado en evidencia, una vez más, que están desinformados. Los hacen decir una cosa y al rato ellos mismos se contradicen sin rubor alguno. La robolución usa los dólares y euros como la goma que pega a unos rojos con otros del mismo color sin pena ni gloria.
Con un gobierno cuya política oficial es la de taparnos la realidad, esconder la verdad, engañarnos con cifras falsas, no permitir a ningún funcionario declarar sin antes someterlo a censura y cerrarle las puertas de ministerios y organismos públicos a los medios que no estén postrados a su mandar, es difícil -pero no imposible- llegarle a la verdad. Sin embargo pruebas tenemos de la corrupción desde Mercal y Pudreval hasta Pdvsa y las valijas voladoras, pasando por Fonden, MinFinanzas, MinDefensa y las compras militares. La investigación periodística ha avanzado y la mejor prueba son los múltiples expedientes de éste y otros periódicos y de muchas páginas en la web que, como nosotros, han develado lo oculto.
Las propias guerras internas entre los grupos que se reparten el botín bien sean aquí, en Rusia, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Ecuador, Cuba, Brasil o Bielorrusia ayudan a que se descosan los disfraces. Siempre habrá una conexión para llegarle al fondo de la verdad.
Ayer me sorprendía gratamente un artículo de Bloomberg News en el que afirmaban que los inversionistas financieros y los bancos foráneos se guiaban por nuestras informaciones para su apreciación económica de los bonos del país. Medio siglo en estas lides me han permitido establecer una red local y global de fuentes confiables. La confianza en estos casos es una calle de doble vía. El secreto de la fuente con este servidor esta mas que probado. Y eso ayuda.
Confieso que desde el 26 de junio pasado mis fuentes gubernamentales se han cuadruplicado. No quieren que deje de tenerlos informados para no ser “sorprendidos” como Diosdado. Y funciona. Gracias a ellas, a los amigos lectores y a mis 530.000 seguidores en el twitter @nelsonbocaranda