Tras el encuentro, ambos mandatarios viajarán juntos el viernes a la VI Cumbre de las Américas, que se desarrollará desde el sábado en la colombiana Cartagena de Indias (norte).
Se trata del segundo viaje sorpresivo que realiza Mujica esta semana, luego de realizar una breve visita a la presidenta argentina Cristina Kirchner el lunes.
Según la fuente, el viaje a Caracas responde a una invitación realizada este miércoles por Chávez, quien emprendió el regreso al país tras completar el tercer ciclo de radioterapia en Cuba, para participar de los actos en los que el gobierno recordará un golpe de Estado que lo alejó brevemente del poder hace 10 años.
El mandatario venezolano, de 57 años, está en tratamiento contra el rebrote de un cáncer diagnosticado en 2011 que había sido dado por superado en octubre. En febrero fue operado de un segundo tumor que creció en la misma zona del primero, para someterse desde entonces a sesiones de radioterapia.
Según el diario El Observador, en el gobierno venezolano no cayeron bien declaraciones que realizó Mujica al programa Uno x Uno de la cadena CNN.
“Yo creo en el socialismo pero no creo en el estatismo y creo que la construcción del socialismo supone una sociedad mucho más culta, más inteligente y más rica”, dijo Mujica en el programa emitido el domingo.
Consultado sobre el socialismo del siglo XXI propuesto por Chávez, respondió: “Lo admiro pero no es el camino que yo elegiría. Yo preferiría un camino mucho más lento, de construcción menos espectacular, mucho más autogestionario, soy enemigo de la burocracia, de la burocratización (…) la gente tiene que manejar las cosas y ser responsable, y eso hay que irlo ensayando de abajo hacia arriba”.
Agregó que “hay una cosa positiva”. “Cuando pase Chávez habrá un montón de millones de venezolanos que vivían en la miseria que van a estar viviendo un poco mejor (…) Ahora, no va a haber construido ningún socialismo, a mi manera de ver”, concluyó Mujica.
Venezuela tiene pendiente su ingreso al Mercosur (integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), aprobado en 2006 a nivel presidencial pero frenado por el Senado paraguayo -dominado por la oposición al gobierno de Fernando Lugo-, el único que aún no ratificó la decisi