A pesar de haber colocado una videocámara en el interior del pozo ciego el anillo no pudo hallarse. Así que designaron a un empleado con un detector de metales a recorrer los inmundos confines del gigante depósito de caca, sin embargo, el anillo no aparecía.
Increíblemente, dos años más tarde, un empleado de la misma firma que había fracasado en hallarlo, lo encontró de casualidad mientras trabajaba en el mantenimiento de unas tuberías cloacales.
Julie French, de la firma Clear Master con base en Dorkin, Inglaterra, explicó que «fue verificado que se trataba del mismo anillo y entregado a Spiers, quien estalló de la emoción ya que había perdido toda esperanza de volverlo a ver».