La operación, que comenzó a las 19.00 hora local (10.00 GMT), implicará arrojar en las próximas horas al Océano Pacífico 11.500 toneladas de agua procedente de depósitos especiales y del sótano de los reactores 5 y 6, las únicas de las seis unidades de la central que están por ahora controladas.
Ese agua excede cien veces el límite legal de yodo-131, un nivel relativamente bajo en comparación con el del agua que inunda algunas áreas de la planta nuclear, con una radiación hasta 100.000 veces superior.
La Agencia para la Seguridad Nuclear de Japón insistió en que la operación no entraña riesgos para la salud mientras el portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, dijo que es una medida de emergencia y que TEPCO debe vigilar su posible impacto medioambiental.
El objetivo de Tokyo Electric Power es dejar espacio en los depósitos para almacenar el agua altamente radiactiva que inunda los edificios de turbinas de los reactores 1, 2 y 3, y que dificulta seriamente las labores de los operarios para enfriar esas unidades.
Desde el terremoto del 11 de marzo, operarios de TEPCO luchan día y noche por devolver la refrigeración a los reactores de Fukushima, pero sus tareas se enfrentan a constantes problemas.
Ahora el más acuciante es el agua radiactiva que inunda algunos edificios de la central e identificar la ruta de una filtración al mar de agua que podría provenir del núcleo del reactor 2.
La crisis nuclear ha llevado a los expertos japoneses a extremar el ingenio e idear las más diversas respuestas a cada nuevo incidente que se produce en Fukushima, pero de momento nada ha funcionado.
Hoy se vertió líquido con colorante blanco en un túnel cercano al reactor 2 para tratar de determinar la vía por la que el agua altamente radiactiva llega al mar.
Después de detectar este sábado una grieta de unos veinte centímetros en una fosa cercana al reactor, se intentó sellarla con hormigón y luego se inyectó polímero en polvo para absorber el agua, sin éxito.
TEPCO baraja ahora la posibilidad de instalar una barrera en el litoral para contener el agua radiactiva, mientras en días pasados fabricó miles de litros de una resina especial para fijar el polvo radiactivo al suelo y evitar que se esparciera con el aire o la lluvia.
Mientras en Fukushima continúan los esfuerzos, el grupo estadounidense General Electric (GE) y el japonés Hitachi, que suministraron los reactores de la planta, garantizaron hoy ayuda a largo plazo para controlarlos y limpiar luego el lugar de radiactividad.
El presidente de GE, Jeffrey Immelt, y el de Hitachi, Hiroaki Nakanishi, se reunieron hoy en Tokio con el ministro japonés de Industria, Banri Kaieda, al que aseguraron su respaldo en la lucha para estabilizar la planta de Fukushima Daiichi.
Los reactores 1, 2 y 3 de la central los fabricaron General Electric y el grupo Toshiba, mientras Hitachi suministró el reactor 4, en mantenimiento en el momento del terremoto del 11 de marzo.
En esa unidad hay serios problemas para controlar la temperatura de su piscina de almacenamiento, que tenía una gran cantidad de combustible cuando ocurrió el desastre.
Tras la reunión con Kaieda, los dos presidentes insistieron en que, además de diez millones de dólares en ayuda humanitaria y el envío de 1.000 ingenieros para ayudar a TEPCO en las labores en Fukushima, ofrecerán asistencia después de la crisis.
En las labores de limpieza de radiactividad y el desmantelamiento de los reactores está previsto que colaboren también las compañías estadounidenses Bechtel y Exelon.
La primera participó en las tareas de limpieza tras el accidente de Chernóbyl, mientras Exelon opera una unidad de la central atómica de Three Mile Island, donde en 1979 se produjo la fusión parcial del núcleo de un reactor.