Unos segundos después, miró hacia el mismo lugar, inclinó la cabeza y sonrió antes de entrar en la cueva.
Al día siguiente, Cabrera se negó a confesar quién estaba esa noche en el Comerica Park. Quizás trató de que la historia no saliera del terreno.
“No se preocupen por eso”, dijo Cabrera el miércoles.
La realidad es que, al menos en esta mitad de la temporada, no ha habido otras razones para preocuparse por Cabrera, el talentoso primera base, que concluyó la temporada anterior en forma vergonzosa y al parecer ha hecho todo lo posible para que ese recuerdo se borre.
Hasta el jueves, Cabrera marchaba como líder de la Liga Americana, con un promedio de .347 y 73 producidas. Sus 21 jonrones eran una de las mejores cifras de la liga.
Si Cabrera puede mantener ese paso, tiene la oportunidad de ser el primer jugador en conseguir la triple corona desde 1967, cuando Carl Yastrzemski, de Boston, encabezó la Americana en cada una de esas categorías.
Incluso si Cabrera no consigue la proeza, parece otro jugador.
Cerca del final de la campaña anterior, se involucró en una riña con su esposa y sufrió golpes y heridas en la cara. Era la madrugada de un sábado, y Cabrera dio positivo de alcoholemia antes de que el gerente general de los Tigres, Dave Dombrowski lo recogiera en un cuartel policial.
Luego, Cabrera se fue de 4-0 y dejó varados a seis corredores en una derrota ante los Medias Blancas de Chicago, en una noche en la que Detroit pudo haber ganado un título divisional por primera vez desde 1987. Su equipo se convirtió en el primero en perder una ventaja de tres juegoscuando restaban cuatro por disputarse, y no estuvo presente en los playoffs.
Al comienzo de la pretemporada, Cabrera dijo a la prensa que había dejado de beber y que no extrañaba el alcohol. Durante la campaña, todo indica que se ha mantenido concentrado en el béisbol.
“Me siento bien por lo que hago ahora con mi mente y con mi juego”, dijo Cabrera a The Associated Press durante la última semana de la pretemporada. “Quiero mostrarme a mí mismo y a nadie más lo que todavía puedo hacer”.
Y lo que ha mostrado el inicialista de 27 años es que puede considerársele uno de los mejores toleteros de las Grandes Ligas.